viernes, 31 de julio de 2015
De un recuerdo de París...
jueves, 30 de julio de 2015
De Liszt: Mientras componía, una descripción de Marie d’ Agoult
Aquí les dejo esta descripción que hace Marie, de cuando miraba trabajar a Franz Liszt:
La foto la bajé de este sitio: Strange Possessions Famous Composers
"Empezaba a componer, y
mientras trabajaba, mi presencia estaba lejos de ser desagradable para él.
Por el contrario, cuando intentaba retirarme discretamente, él me lo impedía,
diciendo que le resultaba más difícil recolectar sus pensamientos, y que sus
ideas eran mucho menos coherentes, cuando no me sentía cerca de él. Yo, fingía leer, pero en realidad
no perdía un solo movimiento de su pluma o labios, era una fuente de profunda
alegría verlo de este modo totalmente comprometido con su arte, mirar el
espíritu radiante que brillaba en sus ojos y que yo adoraba en silencio."
La foto la bajé de este sitio: Strange Possessions Famous Composers
lunes, 27 de julio de 2015
De Corredera: Mi primer Medio Maratón
El IX Medio
Maratón de la Ciudad de México no planeaba correrlo, por eso no me inscribí
desde un inicio, pero amigas queridas de corredera y de vida, en el momento que
más lo necesitaba me animaron a hacerlo y fue una de ellas: Gaby, quien me
consiguió un número que era el de un compañero de su trabajo que no lo correría.
¡Gracias Gaby fue una experiencia inolvidable y un sueño más cumplido!
Yo me
aborregué y no cambié los datos, así que la playera no me quedó (compárese
talla M de hombre VS talla XS de mujer jejeje) y mi número: 12346, traía
escrito el nombre de Esteban, así que por mi cuenta imprimí el mío y lo encimé,
es más lindo DAMARIS.
De la
carrera ¿qué puedo decir? La disfruté muchísimo, la subida del km 10 al 13
estuvo muy pesada y me costó pero no me detuve ni un instante, como me dijo un
amigo que dice una rola de interpol: “pace is the trick”. Al final al ver que
la meta estaba cerca, tuve ánimo para cerrar con un sprint que me hizo sentir fuerte
y feliz.
La música
que elegí para acompañarme en 21.69 km fueron esas rolas que me hacen sentir
bien, algunas de mis favoritas en este momento y algunas que nunca me dejarán
de gustar, otras que me hacen recordar a gente querida que ya no está, que no
pudo ir o que vive muy lejos, y que al
escucharlas las pensaba y sentía sus porras que me alentaban a seguir adelante.
Claro que Chopin estuvo presente en la interpretación de Ingolf y también a
ritmo de rock porque Rock Loves Chopin y yo también.
Al final,
ya con medalla y con la emoción a mil, el abrazar a Yoscelina, a Gaby y a mi
prima Maribel, que con todo y matraca fue a echarme porras, fue muy muy chido.
Y este
hashtag que se puso de moda, para mi va así: #MiSudorDice “¡Yo las puedo!”
Algunos dicen
que mi generación es la generación X, otros que somos generación Timbiriche, lo
cierto es que esta X es de méXico y es sólo mía.
Comprobé
una vez más que Miguel Angel Bounarroti tiene mucha razón en su frase: “La fe
en uno mismo es el mejor y más seguro camino”
¿Con cuál
rola pisé meta (todavía oliendo a cardamomo)? Con esa que siempre será
una de mis favoritas y que empieza diciendo:
“Hey, man I'm alive I'm takin' each day and night at a
time
I'm feelin' like a
Monday but someday I'll be Saturday night”
lunes, 20 de julio de 2015
De París: Día 5: Ultimo día en París
Como dice
la canción de Sasha, Benny y Erick: “Y todo lo que sube tiene que bajar. Todo
lo que comienza debe terminar…” Así este mi maravilloso viaje chopinesco.
¿Qué puedo
decir del Museo de Louvre? Pues que mi prima Maricela tiene razón al decir que
te mareas de tanto arte jaja. Fue una experiencia extraordinaria, hay mucho que
admirar y aprender en ese hermoso museo, un día (en mi caso medio) no es
suficiente para mirarlo todo, espero tener la oportunidad de visitarlo con más
detenimiento en un futuro.
Todo lo que
vi me gustó mucho, pero en particular La Gioconda. También me encantaron una
pintura de Botticelli en el que se mira a la virgen, su hijo y a san Juan
bautista, y otra de Lebrun en donde se ven una mamá y su niña abrazadas, me
recordó el amor que existe entre mi mami y yo. Me gustaron también la Venus de
Milo y las diferentes figuras de Afrodita que vi. Pero he de decir que sufrí
una gran decepción al enterarme, tras buscar por un buen rato el retrato que
Eugène Delacroix pintó de Chopin, que la sala en la que se encuentra estaba
cerrada al público, y digo que fue una gran decepción porque esa pintura y La
Gioconda eran mi principal objetivo de visita al museo más famoso del mundo. Ya
tengo pretexto para regresar.
Frédéric Chopin. 1838. Óleo sobre lienzo. 46x38 cm
|
En cuanto
al Jardín du Luxembourg había leído que hay un busto de Chopin ahí, y también
una estatua linda de George Sand, así que un día antes de dirigirme a ese
lugar, busqué en internet un mapita que indicara el lugar preciso, ya que el
Jardín es muy grande; no encontré ningún mapa pero sí una gran sorpresa: me enteré que precisamente
el domingo 28 de junio habría un concierto dedicado a Chopin en el Kioske à
Musique de dicho Jardín, organizado por el Instituto Polaco de Francia.
Cuando
llegué al jardín ya estaba muy cansada y hacía mucho sol. Busqué a mi paso,
pero sin adentrarme demasiado el busto de mi querido Chopin, pero no lo
encontré, así que tras mirar el palacio y la Fontaine Médecis me agencié una
silla y la llevé hasta el Kiosko de la Música, la puse bajo la sombra de un
árbol en un buen lugar para presenciar el concierto, faltaba poco menos de una
hora para que iniciara y aproveché para echarme un sueñito.
El programa
y la interpretación de la maestra Magdalena Lisak fueron fabulosos:
- Grande Valse brillante op.18
- Ballade n° 3 op.47
- Seis Estudios op.25: n° 1, n° 2, n° 5, n° 7, n° 11 y n° 12
- Nocturne n° 1 op.27
- Dos Mazurkas: n° 1 en si mayor y n° 2 op.56
- Polonaise-fantaisie op.61
- Cerrando con un encore maravilloso: Valse n°2 op.64 y el Estudio n°12 op.10 Revolucionario.
Creo que mi
viaje chopinesco no pudo haber tenido mejor final, un verdadero cierre con
broche de oro, aunque no miré el busto que se le dedicó en ese jardín, creo Chopin
también hubiera preferido que escuchara su música, en la que vivirá por
siempre.
Cené rico y mientras lo hacía pensaba y recordaba
estos días hermosos en los que conocí una de las dos ciudades de Chopin. Un
viaje que es un recuerdo feliz y al que podré acudir siempre que quiera poner
una sonrisa en mi rostro.
jueves, 16 de julio de 2015
De París: Día 4: Paseando en L’ Open Tour
Como el día
anterior, aunque conocí cosas maravillosas y será por siempre inolvidable, me
cansé mucho, caminé demasiado al grado que hasta me salió una ampollita en un
dedo del pié derecho, cabe mencionar que en los poco más de dos años que llevo
corriendo nunca me había salido una jeje; además el calor estuvo a tope, creo
que llegamos cerca de los 40°; bueno pues esto fue lo que me hizo decidir que
visitaría la Torre Eiffel en los camioncitos de L’ Open Tour (que es como el
Turibús de acá de la Cdad. de México), y aprovecharlos para pasearme por todo
París.
Llegué a uno
de los kioskos de los camioncitos, que se encuentra junto a La Madeleine,
compré mi boleto y esperé el siguiente, permanecería en él hasta llegar a la
Torre Eiffel.
Cuando el
camión dobló una calle y por fin la tuvimos de frente, lo único que puedo decir
es que fue ¡amor a primera vista! Majestuosa y bella toda ella. En la imagen
que les comparto y que tiene por fondo un cielo azulísimo hasta me parece que
se sale de la foto. Creo que las palabras no dan para describirla, hay que
estar ahí para verla y admirarla, y para sorprenderse por esa maravilla de la arquitectura.
Me formé algo
así como 30 minutos para ascender por las escaleras hasta su primer nivel, ¿elevadores?
¡Naaaa! La vista que abarca todo París es muy bonita, además había aire y el
día era muy claro. No subí al siguiente nivel porque no creo que la vista
cambie demasiado, eso sí me quedé en el primero un buen rato, me eché un tente
en pié en una como cafetería no techada que tienen ahí y miré y miré hasta que
quise.
Quien me
conozca, sabe que las alturas no son lo mío, así que el paso que di para
pararme en el piso de cristal de la Torre fue uno muy grande jajajajaja.
La boutique
que también está en ese piso tiene cosas muy bonitas, compré algo de recuerdo y
descendí a esperar el siguiente camión con destino a Les Invalides, donde se
encuentra la tumba de Napoleón, antes pasamos por la Escuela Militar, en donde él
estudió.
Les Invalides
fue creado para que fuera una residencia para militares franceses retirados,
lisiados o ancianos, hoy es un museo y desde 1840 los restos de Napoleón se
encuentran ahí; sigue albergando un pequeño hospital, al que los visitantes no
pueden acceder.
Caminé por
fuera de Les Invalides con el propósito de visitar el museo Rodin, por el
camino que tomé hay un jardín muy bonito y al voltear a verlo miré mis flores
favoritas: Lupinos, y también una vista que me encantó: La Torre Eiffel al
fondo enmarcada por el follaje de los árboles de ese jardín. Al mirar eso me
sentí feliz de estar ahí.
Al museo
Rodin no pude entrar, había una larga fila para poder hacerlo; así que volví a
tomar el camión para darme una segunda vuelta. L’ Open Tour tiene cuatro rutas,
pero dado que ese día se celebró la marcha del orgullo gay; por cierto que fue
el día en que legalizaron el matrimonio entre personas del mismo sexo en USA,
lo cual me hizo recordar desde muy temprano a aquel querido amigo que ya no
está en este mundo y que hubiera sonreído feliz ante la noticia y quien además
tocaba el piano de una manera virtuosa; bueno pues por ese motivo se cerraron 2
de las líneas de los camioncitos
turísticos (la de Montparnasse y la que llegaba a la Bastilla) y para abordar la
4ta había que esperar y caminar un poco más de lo que estaba dispuesta, además
era la de Montmatre, rumbo por el que ya había estado paseando a pié.
Volví a
mirar a la Torre Eiffel le tome fotos con la luz de la tarde que me gusta más y
la volví a amar, prometiendo regresar alguna vez.
Terminó mi día en un cafecito, cenando una rica baguette
la mitad de jamón serrano y la mitad de pavo, con un vinito y un delicioso postre
que consistió en un volován de crema pastelera y fresas.
lunes, 13 de julio de 2015
De París: Día 3, La tumba de Chopin
Después de
un desayunito rico, que incluía café bien cargado, mi día comenzó en la rue Taitbout
en Square d’ Orléans, lugar donde vivió por varios años Chopin, teniendo como
vecina a George Sand, ella habitaba el nro. 5 y él el nro. 9, esto era cuando
no se encontraban en Nohant, la casa de George (Aurore Dupin) en el Berry. Pude ver las
entradas de sus apartamentos y las plaquitas que conmemoran su vivienda ahí,
hay una fuente en el centro de Square d’ Orléans, no sé si ya existía en la
época de Chopin y George, si sí debe haber sido una vista linda entre sus
apartamentos, ya que desde la entrada de uno se puede ver la del otro y en
medio está la fuente; actualmente la vista se ve un poco arruinada por tanto
automóvil.
A unas
cuadras de ahí se encuentra el Musée de la Vie romantique, son los estudios del
pintor Ary Scheffer, amigo de George Sand, a cuya casa eran muy asiduos George
y Chopin, porque además eran vecinos. El museo es muy bonito y tiene mucha memorabilia
de George Sand, y algo de Chopin, ya que ella, tras su ruptura conservó pocas
cosas de él. Particularmente me llamó la atención el que estuviera enmarcado un
trozo de tapiz azul que decoraba las paredes de Nohant, en la época en la que
Chopin frecuentaba la casa del Berry y del cual recuerdo haber leído que se le
incluyera en una descripción de la casa en una biografía de la dueña.
Hay
varios cuadros de George que el mismo Ary Scheffer pintó. El salón principal
del museo está dedicado a George y simplemente me encantó, ella era una mujer
muy fuerte y que bien sabía lo que quería, y aunque en su época fue criticada
por hacer y deshacer eso no la detuvo en su vivir.
De ahí
caminé hasta el Boulevard de Courcelles, con el fin de seguirlo hasta llegar al
Parc Monceau, sin embargo antes de llegar me topé con la estación Rome de la
línea 2 del metro, y recordé que esa línea llega hasta el cementerio de Père
Lachaise y pues me subí para de una vez visitar la tumba de mi querido Chopin,
ya en el metro me di cuenta que esta misma línea también me llevaría directo al
Parc Monceau.
Por fin
llegué, es un cementerio muy grande y bastante creepy jajaja; no encontré la
tumba a la primera, digamos que el mapita que mi guía trae del cementerio es
demasiado sencillo para el tamaño del lugar, me perdí y ya bajaba a ver el mapa
general que tienen en la entrada del cementerio, cuando al paso ahí estaba y no
había nadie más que yo, saqué mi ipod para escuchar ahí con él su Balada #1,
pero ¡oh sorpresa! Olvidé los audífonos :(, la tararé en mi cabeza mientras
tomaba fotos y admiraba la bonita escultura de Euterpe, la musa de la música
que triste mira su lira con las cuerdas rotas.
La escultura y el medallón del perfil de Chopin, que dicho sea de paso son una belleza, fueron esculpidos por Auguste
Clésinger, esposo de Solange, la hija de George Sand y fue colocada un año
después de la muerte del músico.
Sus amigos fueron quienes se encargaron de los gastos,
podemos leer la dedicatoria que le hacen a Fred Chopin en la misma tumba; entre
ellos el pintor Delacroix y su alumna Pauline Viardot fueron los que iniciaron
este proyecto de unir esfuerzos para que Chopin tuviera una tumba muy bonita.
En algún lugar leí que Chopin siempre tiene una flor en su tumba, claro que
siempre habrá admiradores que le lleven, pero lo más romántico y lindo es que
los estudiantes del Conservatorio de Música de París tienen la promesa de ningún
día del año le falte una flor.
Antes de irme del cementerio, pasé por la tumba
de Jim Morrison, por encargo de un querido amigo que quería una foto de la
misma, pero la verdad está bien cutre jeje, en esta tumba sí había gente, en
fin.
¿Por qué el
Parc Monceau? Leí que además de que ya existía en la época de Chopin, y que
seguramente él habrá paseado por ahí y hasta recordado el Parque Lazienki de su
querida Varsovia, hay una escultura muy bonita dedicada a él hecha por Jacques
Froment-Meurice. El parque es grande y muy bonito, aquí sí me fue fácil hallar
la escultura y sí es muy linda. Había mucha gente de todas las edades y me queda
claro que de haber llevado tenis y ropa de correr, de todo París, ahí es donde
me hubiera gustado hacerlo.
A mediana
distancia se encuentra el Arco del Triunfo y para allá me encaminé, pero antes
pasé por la Salle Pleyel, que era la firma de pianos que él siempre tenía, por
la que pasé es por la nueva Salle Pleyel, también tenía la intención de ir a la
dirección de la antigua, pero ya no me dio tiempo, actualmente, parece que la
Salle Pleyel es sólo para espectáculos y conciertos, el lugar lo vi vacío tras
las puertas de vidrio, sin pianos ni nada, supongo que ya no los venden, ni
tampoco partituras, que era lo que yo quería comprar, ni modo. En el Arco del
Triunfo me esperaba una vista hermosa. Me gustó en particular la columna en
donde está esculpido Napoleón.
Después de
eso caminé un poco por Champs Elysées y luego me desvié por una calle para
mirarla, mirar a la Torre Eiffel.
No llegué hasta ella, porque quedaba bastante
lejos y yo ya tenía hambre, caminé por el Sena hasta la Place de la Concorde,
lo cual a pesar de mirar cosas lindas, fue desastroso, ya tenía mucha hambre y
sed y me puse de muy mal humor, y es que por ese lado del que caminé no había
nada que pudiera yo comprar para mitigar mi necesidad. Pero hasta el enojo se
me quitó al mirar las fuentes de la Place de la Concorde, las amé, sobre todo
la del lado sur. Llegando al Jardín des Tuileries, en la entrada me compré una
crepa de jamón y queso con una botellita de vino (de las chirris de una copita)
que me supieron a gloria, obvio que también una botella de agua y me los zampé
ahí mismo en una banquita del jardín bajo la sombra de un árbol.
Tocaba el
turno de mirar La Madeleine por dentro. Es un templo católico dedicado a María
Magdalena, de estilo romano con 52 columnas.
Como ya les había mencionado, fue
en La Madeleine que se llevaron a cabo los funerales de Chopin, en el que se
tocaron dos de sus preludios y se estrenó su marcha fúnebre. Fueron
interpretados en el órgano que existe en la iglesia hasta la fecha y que fue
estrenado en 1846.
Pero con
respecto a la música, la petición expresa del polaco fue que se interpretara el
Réquiem de Mozart, sin embargo esto tendría un pequeño inconveniente, el cual
describe Benita Eisler en su libro Chopin’s Funeral:
“El
moribundo desconocía que no estaba permitido a las mujeres el cantar en las
iglesias parisinas; pasaron varios días de súplica por parte de los más
poderosos amigos de Chopin antes de que una dispensa especial fuera emitida por
el arzobispo de París. El permiso consistió en que se permitiría la
participación femenina siempre que permanecieran invisibles; por lo tanto las
mujeres cantantes, entre las cuales estaba Pauline Viardot, amiga y alumna de
Chopin y que era una de las solistas destacadas, debían permanecer ocultas de
la vista de todos detrás de una cortina de terciopelo negro. ”
Debo decir
que el altar de La Madeleine es muy bonito y la vista del órgano también.
Terminé mi día, tras comprar un par de madeleines
en una tienda que parecía hecha de azúcar, en la terraza del Printemps mirando
hacia la Torre Eiffel, que sería mi destino del día siguiente y tomando una
rica y helada cerveza francesa.
viernes, 10 de julio de 2015
De París: Cajita de música
Adicional al post de ayer, les dejo un videíto en el que se mira y escucha la cajita de música de la que les hablé.
jueves, 9 de julio de 2015
De París: Segundo día
Había decidido que al
primer lugar chopinesco que quería visitar en París sería el Salón Chopin de la
Bibliothèque Polonaise, no contaba con que la Place Vendôme me sorprendería al
paso; entonces decidí iniciar mi segundo día de vacaciones en dicha
biblioteca que se encuentra en el nro 6 Quai Orléans en la Cité, para llegar
tomé el metro y atravesé al pié el Pont Marie, a mi paso vi tiendas con cosas
muy bonitas, esa callecita que es paralela a quai orléans y que queda justo
atrás de la biblioteca se convirtió en una de mis favoritas.
Entrada a la Biblioteca Polaca |
Había leído que el
museo de la biblioteca abría a las 10 am y ahí estuve, sin embargo, mi guía no
estaba actualizada al respecto y la apertura es a las 14:15, así que puse mis
pies en dirección a Notre Dame…
Lo que más me gustó
de ahí fue la fachada, la virgen a la que está dedicada esta catedral, el
rosetón del antiguo testamento (que es el que no ha tenido que rehacerse), y
ver a mi tocaya en una de las capillas laterales.
Como todavía faltaba
para que dieran las 14:15 caminé por el Sena rumbo al Hôtel Lambert,
que fue la residencia del príncipe Czartoryski fundador de la Bibliothèque Polonaise
y en aquella época de Chopin, en la que muchos exiliados polacos se iban a
vivir a Francia, era en su casa que se reunían, ahí muchas veces acudió Chopin
a tocar, también fue el lugar en donde Voltaire vivió. Pero no lo pude apreciar
ya que está cubierto porque está en compostura.
Seguí caminando y vi
una placa que indicaba que Madame Curi había vivido en ese lugar, luego fui al
mercado de flores, al Hôtel de Ville y
volví a pasar por Notre Dame, alegrándome haber estado ahí más temprano porque
la fila para entrar era ya muy grande (yo no tuve que hacer fila para entrar).
Finalmente y luego de comer delicioso en un restaurante de esa calle linda que
tanto me gustó, pude entrar al Salón Chopin, que es la única sala de museo en
todo París dedicada expresamente a él, miré todo a detalle, sin prisas y
disfrutando el estar ahí, sentí mucha emoción al ver su piano, un pleyel por
supuesto, vi también un mechón de su cabello que era rubio y no tan lacio,
sentí pena porque no dejaban tomar fotos a detalle de las cosas, sólo permiten fotos que abarcan el salón completo, así que aprovechando que por ahí andaba una
pareja, les pedí que me tomaran mi foto al lado del piano de Chopin; la mujer
le pidió lo mismo a su esposo o novio, y me dijo que Chopin también significaba
mucho para ella y yo sonreí.
Al salir me fui caminando
por el Sena para mirar sus clásicos puestos de libros viejos y postales,
atravesé el río por un puente lleno de candados y estaban ahí unos novios haciéndose
sus fotos de boda, me quedé ahí mirando qué tomas les hacían, los captaban
poniéndole sus nombres a un candado, colgando el candado del puente y tirando
la llave al río… Y me dije: Ah son candados de “amor”, y reflexioné que nada ni
nadie te puede garantizar el amor de alguien más, que el único amor que tenemos
garantizado es el que nos tenemos a nosotros mismos, lo que no quiere decir que hay que dejar de amar, simplemente así es.
Seguí mi camino por
el Sena y me encontré en la Quia Malaquais, en el nro 9 de dicha calle vivió
por un tiempo George Sand, así que le tomé la foto al edificio y seguí rumbo al
Jardín des Tuileries.
El edificio con color rosa es el nro 9 |
El Jardín des Tuileries es otro lugar chopinesco: Invitado por el monarca Luis
Felipe I de Francia, se presentó por primera vez en este lugar en 1838. Como
muestra de gratitud real, recibió un servicio de té con la efigie del soberano
y de la reina. Volvió una segunda vez en diciembre de 1841, invitado por el
duque de Orleans y esta vez, fue recompensado con 100 francos de oro. Este
palacio fue incendiado en 1871.
Entrada por el carrusel |
De ahí al Palais Royal, en cuyos arcos, en la
época de Chopin se encontraban las tiendas más prestigiadas, a las que por supuesto
acudía, todo un dandy él, caminé por ahí y al final del jardín, que está
bonito, encontré una tienda de cajitas de música geniales, hechas a mano, son
una belleza, la tienda se llama Boîtes à Musique Anna Joliet, y que me
encuentro una con la melodía de la polonesa heroica y simplemente no pude
dejarla. Y así, de camino a mi hotel comiendo cerezas y tomando un smoothie de
nieve de chocolate amargo terminó mi segundo día en París.
lunes, 6 de julio de 2015
De que ¡Viene Ingolf Wunder a México!
Sí. Mi pianista favorito dará un recital en el Festival Internacional Cervantino 2015.
Guanajuato siempre será especial para mi, le tengo mucho cariño por recuerdos chidos que atesoro de esa bella ciudad, y aunque no tenía la intención de regresar por un tiempo, no me puedo perder el concierto de Ingolf. Cuando leí que vendría en su página (www.ingolfwunder.com) grité y casi dejé de respirar de pura emoción.
De París: Chopineando el primer día
Llegué a
París a medio día y después de acomodarme en un hotelito del distrito 9 puse
mis pies rumbo al Sacré Coeur que no quedaba muy lejos, me gustó mucho caminar
por ahí atravesando un parque lleno de chamaquitos que jugaban muy quitados de
la pena. La iglesia del Sagrado Corazón es muy bonita, y la vista desde ahí
espectacular, además me encantó ver el carrusel y recorrer las escalinatas que
subió Nino el novio de Amélie, que es una de mis pelis favoritas.
De ahí, muy
abrazada de mi guía de París me fui caminando rumbo a la tienda Printemps, y no
precisamente de compras, sino para subir a su terraza, que leí en algún blog
que tiene una vista sensacional de todo París, claro que antes me detuve en la
Casa de la Opera, que es un edificio majestuoso.
Lo primero
de comer que probé en París fue un helado de vainilla de la Mansión del
Chocolate en la terraza que les comento y sí la vista desde ahí es genial; el
helado estuvo delicioso aunque no tanto como aquel de Cows de la Isla Príncipe
Eduardo.
Desde la terraza ubiqué la iglesia de La Madeleine, que no estaba nada
lejos, y que fue en donde se llevaron a cabo las exequias de Chopin, momento en
el cual también se estrenó su Marcha Fúnebre. Hacia ahí me dirigí, pero erróneamente
pensé que del lado del que llegué era la entrada, ya que se veía una gran
puerta cerrada, y me dije, pues está cerrada, ya vendré mañana, era la parte
trasera de la iglesia y eso lo descubriría un par de días más tarde cuando
regresé al lugar.
Ya de regreso
a mi hotelito para descansar, al atravesar una calle, miré hacia mi derecha, y
ahí estaba la Place Vendôme, donde se encuentra la última vivienda que ocupó
Chopin, lugar en donde murió. Sonreí y caminé hacia ahí, con un cielo azulísimo
en una tarde preciosa, el apartamento de Chopin ahora es ocupado por la joyería
Chaumet y en la parte de afuera hay una placa conmemorativa de mi músico
favorito. Le di la vuelta a toda la plaza imaginándolo caminar por ahí, y
pensando que sin planearlo así, desde mi primer día en París estuve
Chopineando.
miércoles, 1 de julio de 2015
De Chopinear en una de sus dos ciudades.
París es una ciudad hermosa, espectacular, deliciosa y amigable, eso sí hay tanto que ver que hay que llevar unos zapatos muy cómodos, en esta época del año ropa fresquita (porque hace un calorón jeje), y mucho ánimo de caminar para conocerla y disfrutarla.
Hice un recorrido por los lugares de Chopin en la ciudad que lo vio componer música maravillosa y también despedirse de este mundo, claro que a mi paso iba conociendo más lugares en los que también se enfocó mi atención desde que decidí gastar mis días de vacaciones en tan bella ciudad. Llevaba un plan de recorrido, pero siempre dispuesta a que la vida me sorprendiera y modificarlo al paso, sin perder de vista lo esencial: Chopinear. No fui en ningún tour precisamente porque quería pasear por lugares que no tocan, ir a donde se me pegara la gana, y eso fue lo que hice, además los tours me aburren. Debo decir que nunca había viajado yo sola y la expericiencia fue muy buena.
En los siguientes posts les iré platicando mi recorrido, primero debo alistar las fotos, mis recuerdos e ideas.
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