lunes, 3 de diciembre de 2012

De F. Liszt: Conociendo influencias.


Liszt regresa a su vida social, ya no se recluye más en su casa, muy al contrario, da rienda suelta a la diversión. En el mundo en el que socializa, por supuesto hay más músicos y más artistas en general.

En esta época de su vida conocerá a tres músicos que lo impresionarán mucho y que tendrán gran influencia en su obra.

El primero en aparecer en la vida de Liszt es Héctor Berlioz, un músico francés ocho años mayor que él, es un compositor a quien le gusta innovar y romper con las reglas preestablecidas, hasta ese momento, de la música. Foto tomada de la wikipedia.

Se conocen a finales de 1830 en el estreno de su Sinfonía Fantástica el 5 de Diciembre; al finalizar la Sinfonía, Liszt aplaudió vehementemente, cosa que a Berlioz le llamó mucho la atención. Para F. Liszt, como para todos los presentes lo que escuchaban era algo nuevo, diferente a lo acostumbrado, pero además era algo muy bueno, digno de ser escuchado y ovacionado.

El poeta Heinrich Heine llamó a Berlioz “El ruiseñor gigante, una alondra del tamaño de una águila, la cual se dice existió en tiempos ancestrales.”

Liszt decidió trabar amistad con Berlioz porque sentía identificarse con él, ambos tenían una forma de ser rebelde e independiente, tenían plena confianza en su forma nueva de hacer música, además se caían bien y se apreciaban.

En sus memorias Berlioz escribiría, sobre la noche del estreno de su Sinfonía Fantástica y el primer encuentro con Liszt: “Sentimos una afinidad inmediata y desde ese momento nuestra amistad creció fuerte y confiable. Él literalmente me arrastró a cenar a su casa y me agobió con la fuerza de su entusiasmo.”

Liszt realmente admiraba y apreciaba mucho la amistad de Héctor, en los años siguientes participaría en los conciertos que éste organizaría en París, también F.L. trabajaría en una transcripción al piano de la Sinfonía Fantástica, la cual resultó ser extraordinaria; además nunca dejaría de promover la música de su amigo francés.

Así era Liszt, una vez que alguien ganaba su afecto era muy difícil que lo perdiera, era un amigo leal y cariñoso.

El segundo músico que irrumpe en su vida y que le dejará una huella imborrable es Nicolo Paganini, violinista italiano, quien, como ya hemos platicado en algún capítulo de la vida de Chopin, lograba sacar de su violín sonidos que nunca antes se habían escuchado.

Se decía que quien había enseñado música a Paganini era el mismísimo demonio, tal era el “hechizo” que provocaba su música que era hermosa y de una gran dificultad en la ejecución, a tal grado que era casi imposible que alguien más la pudiera tocar.

En una de sus giras Paganini visitó París y dio su primer concierto ahí el 9 de marzo de 1831 en el Teatro de la Opera y por supuesto Liszt se encontraba entre la audiencia. Lo que vio y escuchó ahí lo impresionó como nunca antes y también lo influyó grandemente. A partir de ese momento decidió que él sería al piano lo que Paganini al violín. ¿Les suena? Creo que Chopin en su momento también pensó algo así.

Poco después de ese concierto, le escribió a su alumno Pierre Wolf: “Por 2 semanas mi mente y mis manos han sido las de un hombre poseído”

Y es que se puso a estudiar como loco durante horas todos los días para lograr tocar en el piano algo de lo que Paganini había presentado en su concierto.

En años posteriores Liszt trabajaría en la música de Paganini, transcribiendo algo de ella al piano, haciendo arreglos magníficos; desarrolló también composiciones propias inspiradas en la música del italiano. Para muestra basta un botón: ¡La Campanella! Composición original de F. Liszt, parte de su obra Grandes Études de Paganini, La Campanella se basó en un tema de la última parte del concierto para violín n.º 2 de Paganini.


Todavía le faltaba conocer a otro de sus “iguales”, a Chopin, esto sucedería antes de terminar el año de 1831, Chopin un hombre 18 meses mayor que él, con aire aristocrático y cuya música es única, delicada y apasionadamente hermosa. De eso platicaremos en otro post.