miércoles, 31 de julio de 2013

De mi foto con Valentina Lisitsa

El fin de semana pasado el cuarto programa de la temporada de verano de la Orquesta Sinfónica de Minería consistía en:
  • Un estreno de Álvarez llamado De aquí a la veleta
  • El primer concierto para piano de Tchaikovsky
  • Y Vitrales de una iglesia de Respighi

Ni el primer compositor ni el tercero me son conocidos y sin embargo, en cuanto vi el programa, decidí sin ninguna duda que asistiría a ese concierto ¿La razón? Muy simple, para el primer concierto para piano de Tchaikovsky la solista sería la maestra Valentina Lisitsa y ¡soy fan!

Por nuestra experiencia del año pasado, decidimos ir al concierto el sábado por la noche, y sinceramente, creo que es el mejor de los dos días para asistir, además de esta manera la puede uno admirar dos veces, ya que el concierto de los domingos es transmitido por TVUNAM y por canal 22.

Llegamos pasadas las 5 pm, la tarde era soleada y muy bonita, caminamos por el CCU  (Centro Cultural Universitario) y dirigí nuestros pasos a una banca cercana a la entrada y salida de los músicos, con el afán de poder ver a mi pianista favorita, claro, si es que no había llegado aún. Serían las 6 cuando mi chamuco me pregunta:”La estamos esperando, ¿verdad?”, creo que hasta ese momento se dio cuenta de mis intenciones al sentarnos ahí, y es que ante nuestros ojos pasaron un par de músicos con sus instrumentos. Pues ni bien terminaba yo de contestarle a mi marido cuando la vimos aproximarse, rápido saqué mi cámara y le pedí una foto, con una sonrisa accedió, le tomé una en solitario y mi chamuco nos tomó otra juntas ¡Yo feliz!


Todo fue muy rápido, y ya nos habíamos alejado cuando me di cuenta que no le había hecho la pregunta que siempre me había planteado hacerle cuando me acercara a ella: ¿Cuál de las piezas de Chopin es su favorita? Me lamenté esperando tener la ocasión en un futuro.


Una vez que abrieron el acceso a la Sala Nezahualcóyotl me apresuré a ir a la tienda, para ver si tenían el último CD de la maestra Lisitsa; tuve suerte, ahí estaba el Rachmaninoff: The Piano Concertos y el Live at the Royal Albert Hall ¡Y más aún! El encargado de la tienda nos dijo que la maestra estaría firmando autógrafos al final del concierto.

Ya sentados en la Sala, disfrutamos de la música. De aquí a la veleta me gustó mucho, en especial las percusiones y las cuerdas.

En cuanto a Tchaikovsky el inicio de su primer concierto para piano es espectacular, de esos que te ponen la piel de gallina, la interpretación de la maestra Lisitsa fue genial, me encantó. Al terminar, su público le aplaudimos muchísimo, era muy grande la emoción, sentados atrás de mí había jóvenes estudiantes de música, y pues literal aplaudíamos y gritábamos de emoción, y ella, con un hermoso vestido azul nos regaló cuatro encores maravillosos: Ave María de Schubert-Liszt, Preludio Op.23 No.5 de Rachmaninoff, Nocturno No.2 Op.9 de mi amado Chopin y La Campanella de Liszt. La ovación en cada uno fue muy grande, no nos cansábamos de aplaudir, hasta que finalmente la maestra hizo una seña de adiós al terminar de agradecer la ovación por La Campanella.

Cuando finalmente terminamos de aplaudir a la OSM por Vitrales de una iglesia, aplauso que para nada merecía un encore, me dirigí rápidamente a la tienda para buscar mi autógrafo, la fila era grande, pero nada me movería de ahí. Cerca de las 11 de la noche terminaba mi espera y corregía a mi querida Val con respecto a mi nombre, ya que como mucha gente que lo escucha entendió Tamaris y no Damaris; mientras me firmaba la portada de su CD, le hice mi pregunta: Which of the Chopin’s piece is your favorite? La sorprendí agradablemente, sonriendo me dijo que era muy difícil decirlo, pues le gustan muchas piezas de Chopin, mencionó las 4 Baladas, los 4 Scherzos, la Fantasía. Satisfecha y feliz le agradecí y me despedí de ella.


La maestra Valentina Lisitsa es virtuosa, sencilla y generosa. Cuando la veo tocar el piano con sus vestidos lindos pienso en que es una Elfa de la Música en Rivendell. Yo la admiro mucho.

El domingo miré los encores por tv y fueron tres: Ave María de Schubert-Liszt, Sonata No7 (Finale) de Prokofiev y Nocturno en do sostenido postumo de Chopin. ¿Será que al elegir su tercer encore recordó mi pregunta? El pensar que así fue me hace sentir feliz.


lunes, 1 de julio de 2013

De Chopin: Reencuentro con sus padres.


En 1836, los Sres. Chopin decidieron que era el momento de volver a ver a su hijo, para quien era prácticamente imposible regresar a Varsovia, debido a la situación que ahí se vivía; así que decidieron salir de vacaciones y reencontrarse con su querido Federico.

El lugar en donde se reunirían sería en Karlsbad, que era y sigue siendo una ciudad balneario de Bohemia, y que se encuentra en la región occidental de la República Checa. Es famosa históricamente por sus fuentes termales (13 fuentes principales y unos cientos de ellas, más pequeñas) y el río Teplá, también de aguas calientes, la podemos ver en la imagen que tomé de la wiki.

A mediados de agosto se dio el encuentro entre el músico y sus padres, el cual estuvo lleno de amor y alegría, como lo podemos confirmar con las palabras que el mismo Federico dirige a sus hermanas, en una carta que escribe su padre para darles noticias: “Nuestra alegría es inexpresable. Nos abrazamos y seguimos abrazándonos. Nuestros padres son siempre los mismos, aunque un tanto envejecidos. Nos paseamos, tomamos a nuestra madre del brazo, hablamos de ustedes, bebemos, comemos juntos, bromeamos, lanzamos gritos: me siento colmado de dicha. ¡De alegría, las estrecho contra mi corazón hasta ahogarlas!”

Por unos días volvió a ser el Chopin de Varsovia: excesivo, afectuoso, desbordante de alegría. Estaba realmente muy feliz de volver a ver a sus padres y de convivir con ellos y con otros compatriotas que se encontraban en aquel lugar.  Sin embargo su padre le cuenta que Varsovia había cambiado, la casa donde habían vivido no existía ya; los rusos habían cerrado el conservatorio y la universidad y que sus amigos y compañeros se habían dispersado; como quien dice, no tenía caso alguno el que intentara regresar, allá no había futuro para él.

La felicidad duró 3 semanas y en ese tiempo toca el piano para sus padres y amigos, y también compone música alegre: una Mazurka, una Polonesa y el Vals Op.34 No.1, ¡mi favorito!

Ya en una entrada anterior (Mis piezas favoritas de Chopin) les comenté del por qué es mi pieza favorita entre todo el repertorio de Chopin, ahora cito lo que Jeremy Siepmann dice sobre este vals en su libro The Reluctant Romantic: “Una obra que captura con maravillosa precisión el humor de Chopin en el momento en que lo compuso: energía juvenil y alegría, emparejado con una exaltación desinteresada de sus habilidades, pero también con discretos toques de melancolía y nostalgia.”

Para alargar un poco la compañía de sus padres, Federico los acompaña a Teplitz y de ahí al castillo de Decin, que es ya la frontera con Polonia y en donde visitan a unos amigos. El 14 de septiembre los Sres. Chopin emprenden su viaje de regreso a Varsovia. Este será el último adiós entre padres e hijo, Federico no volverá a ver a sus padres.


Cinco días después Chopin regresa a París, pero se detiene en Dresde, para saludar a los Wodzinski, quienes se encuentran ahí en su regreso a Polonia. En Dresde Chopin se enamorará.

Mientras escuchemos el vals Op.34 No.1 video que hice de una grabación de Rubinstein con fotos que tomé en la hermosa Isla del Príncipe Eduardo de Canadá.


Mis piezas favoritas de Federico Chopin


A manera de celebrar el cumpleaños número 203 de Federico Chopin, quiero platicar sobre cuáles de sus piezas son las que más me gustan. Esto es difícil, así que platicaré de las que primero pensé y que son las que nunca faltan en el reproductor de música que cargo.

Sin duda alguna puedo afirmar que mi pieza favorita de Chopin es el Vals Brillante Op. 34 No.1. Cuando vi por primera vez la película Canción Inolvidable, en la gira final que supuestamente hizo Chopin justo antes de morir, se puede apreciar al actor (muy guapo por cierto) Cornel Wilde, tocar fragmentos de varias piezas del músico polaco, uno de esos fragmentos es la parte final de ese vals y me enamoré. Pregunté si estaba en mis posibilidades el tocarlo bien, mi querida maestra accedió y lo estudié con empeño. Fue la primera pieza de Chopin que toqué en mi vida y la amo. De mis pianistas favoritos se la he escuchado a Rubinstein, a Lang Lang y al gran Ingolf; y de estas tres interpretaciones me quedo con la de Ingolf Wunder. Me encantaría escuchársela a la maestra Lisitsa.

Otra pieza que tiene memorias muy queridas y especiales para mí, es la Polonesa Heroica, fue la primera pieza de Chopin que escuché en vivo, la estudiaba mi maestra cuando preparábamos el primer recital del estudio de piano en el que participé. Mi maestra la interpretaba de forma impecable, emotiva y bella, interpretación que siempre será inolvidable.

De los estudios mis favoritos son 5: 
El Op.10 No.3, porque le encantaba a mi abuelita. Tiene el sobrenombre de Tristeza, dudo mucho que a Chopin le hubiera agradado saber de estos sobrenombres.

El Op.10 No.5, conocido también como el estudio de las teclas negras, ya que solamente este tipo de teclas es usado en su ejecución y por eso es que me gusta.

El Op.25 No.12 me encanta porque como su sobrenombre lo indica suena tempestuoso, fuerte y único como el océano.

El Op.25 No.9, con otro sobrenombre: La mariposa, sobrenombre que tampoco le puso el autor. Este estudio siempre logra sacarme una sonrisa, y por eso me encanta.

El Op.10 No.12, el Revolucionario claro está, en el que Chopin expresa su impotencia y dolor por lo que sucede en su patria, lo compuso cuando estalló una rebelión en Varsovia, justo después de que él partiera de ahí para nunca más volver. Es también una melodía importante para quien esto escribe, empecé a estudiarla recién murió mi maestra, pero nunca pasé de 2 renglones. El último de mis cumpleaños que compartí con Lolita (mi maestra) fue el de mi mayoría de edad, el número 18, y ella me obsequió con algo que nadie me había regalado y que nadie lo ha hecho después, me regaló su arte en el piano, su interpretación del Vals Capricho de Ricardo Castro y del Estudio Revolucionario de Chopin, un regalo y un recuerdo que atesoro y que cuando viene a mi mente me hace pensar: “Sí, mi maestra me quería, me quería mucho.” Y eso me hace sentir muy bien.

Y para sentirse melancólico o triste, y como decimos en México echarle sal con limón a la herida de cualquier índole, nada como el hermoso Nocturno No.15 Op.48. que es de una belleza sublime y desgarradora, al menos a mí así me lo parece.

Me gustan mucho también las baladas No.1 y No.4, la primera está basada en una canción de cuna, y la cuarta inspirada completamente en la voz humana, es una obra maestra.

El pasado Octubre, tuve la suerte de asistir al concierto de Leszek Mozdzer, dentro del FIC y le escuché una improvisación en jazz de la Mazurka Op.24 No.2 y fue genial, me gustó mucho mucho, y también demuestra que Chopin es intemporal.

Hay un preludio que me fascina, porque muchas veces, aunque nadie se lo imagine me siento tal como se escucha ese preludio que es el Op.28 No.24, les dejo este video para que lo escuchen.