lunes, 1 de julio de 2013

Mis piezas favoritas de Federico Chopin


A manera de celebrar el cumpleaños número 203 de Federico Chopin, quiero platicar sobre cuáles de sus piezas son las que más me gustan. Esto es difícil, así que platicaré de las que primero pensé y que son las que nunca faltan en el reproductor de música que cargo.

Sin duda alguna puedo afirmar que mi pieza favorita de Chopin es el Vals Brillante Op. 34 No.1. Cuando vi por primera vez la película Canción Inolvidable, en la gira final que supuestamente hizo Chopin justo antes de morir, se puede apreciar al actor (muy guapo por cierto) Cornel Wilde, tocar fragmentos de varias piezas del músico polaco, uno de esos fragmentos es la parte final de ese vals y me enamoré. Pregunté si estaba en mis posibilidades el tocarlo bien, mi querida maestra accedió y lo estudié con empeño. Fue la primera pieza de Chopin que toqué en mi vida y la amo. De mis pianistas favoritos se la he escuchado a Rubinstein, a Lang Lang y al gran Ingolf; y de estas tres interpretaciones me quedo con la de Ingolf Wunder. Me encantaría escuchársela a la maestra Lisitsa.

Otra pieza que tiene memorias muy queridas y especiales para mí, es la Polonesa Heroica, fue la primera pieza de Chopin que escuché en vivo, la estudiaba mi maestra cuando preparábamos el primer recital del estudio de piano en el que participé. Mi maestra la interpretaba de forma impecable, emotiva y bella, interpretación que siempre será inolvidable.

De los estudios mis favoritos son 5: 
El Op.10 No.3, porque le encantaba a mi abuelita. Tiene el sobrenombre de Tristeza, dudo mucho que a Chopin le hubiera agradado saber de estos sobrenombres.

El Op.10 No.5, conocido también como el estudio de las teclas negras, ya que solamente este tipo de teclas es usado en su ejecución y por eso es que me gusta.

El Op.25 No.12 me encanta porque como su sobrenombre lo indica suena tempestuoso, fuerte y único como el océano.

El Op.25 No.9, con otro sobrenombre: La mariposa, sobrenombre que tampoco le puso el autor. Este estudio siempre logra sacarme una sonrisa, y por eso me encanta.

El Op.10 No.12, el Revolucionario claro está, en el que Chopin expresa su impotencia y dolor por lo que sucede en su patria, lo compuso cuando estalló una rebelión en Varsovia, justo después de que él partiera de ahí para nunca más volver. Es también una melodía importante para quien esto escribe, empecé a estudiarla recién murió mi maestra, pero nunca pasé de 2 renglones. El último de mis cumpleaños que compartí con Lolita (mi maestra) fue el de mi mayoría de edad, el número 18, y ella me obsequió con algo que nadie me había regalado y que nadie lo ha hecho después, me regaló su arte en el piano, su interpretación del Vals Capricho de Ricardo Castro y del Estudio Revolucionario de Chopin, un regalo y un recuerdo que atesoro y que cuando viene a mi mente me hace pensar: “Sí, mi maestra me quería, me quería mucho.” Y eso me hace sentir muy bien.

Y para sentirse melancólico o triste, y como decimos en México echarle sal con limón a la herida de cualquier índole, nada como el hermoso Nocturno No.15 Op.48. que es de una belleza sublime y desgarradora, al menos a mí así me lo parece.

Me gustan mucho también las baladas No.1 y No.4, la primera está basada en una canción de cuna, y la cuarta inspirada completamente en la voz humana, es una obra maestra.

El pasado Octubre, tuve la suerte de asistir al concierto de Leszek Mozdzer, dentro del FIC y le escuché una improvisación en jazz de la Mazurka Op.24 No.2 y fue genial, me gustó mucho mucho, y también demuestra que Chopin es intemporal.

Hay un preludio que me fascina, porque muchas veces, aunque nadie se lo imagine me siento tal como se escucha ese preludio que es el Op.28 No.24, les dejo este video para que lo escuchen.