martes, 30 de noviembre de 2010

Parisino

La vida en París, así como la belleza de la ciudad lo siguen hechizando; pero para permanecer allí deberá pagar un precio muy alto. Le era necesario obtener un permiso seguro de residencia, esto en si mismo no se consideraba ningún problema, pero sabía que la posesión de un documento como ese le traería un conflicto directamente con las autoridades rusas de Polonia y eso lo condenaría irremediablemente a una vida en el exilio. Aún cuando Federico tenía una manera de ser indecisa, esta desición era inevitable; a pesar del amor que sentía por su tierra, por su familia y amigos, la triste realidad era que no había un futuro para él en Varsovia.

Llevaba una carta de presentación que le dio el Dr. Malfatti en Viena y se presenta con ella ante Ferdinand Paër, quien es el director musical de la corte del rey Luis Felipe, y un hombre respetado y con cierta autoridad por su estatus. Paër le da otra carta, esta vez una oficial dirigida a la oficina de pasaportes:

"Este joven me ha sido altamente recomendado y pido protección para él. Es polaco, deportado durante la revolución de Varsovia, se dirigió a Viena, donde fue muy apreciado por la prensa y la sociedad. Tiene cualidades y ha sido muy bien educado."

El trámite fue completado éxitosamente y desde ese momento Chopin fue legalmente un residente de París, un parisino.

Foto: Ferdinand Paër tomada de la wiki

viernes, 26 de noviembre de 2010

París: su nuevo "hogar"

¿Cómo ve París Chopin? Nos podemos dar cuenta en una carta que escribe a Tytus y que comparto en este post:

"He llegado a París sin demasiados esfuerzos, pero con grades gastos. ¡Que ciudad curiosa! Todos los franceses brincan y parlotean, aunque no tengan un céntimo... Me alegra ver lo que he encontrado en esta ciudad: los primeros músicos y la primera ópera del mundo. No me queda duda de que me quedaré más tiempo del que pensaba, y no porque aquí esté tan bien, sino porque poco a poco llegue a estarlo... Aquí se encuentra todo al mismo tiempo, el mayor lujo y la más grande suciedad, la mayor virtud y el vicio más grande. A cada paso carteles que se refieren a enfermedades venéreas; ruido, estrépito, alboroto y fango, más de lo que resulte posible imaginar. Uno desaparece en este paraíso y eso es muy cómodo: nadie se interroga sobre el tipo de vida que uno lleva; se puede salir en pleno invierno vestido en harapos y frecuentar la más alta sociedad. Habito en el 27 del bulevar Poissoniere, en el quinto piso. ¡No podrías creer lo bonita que es mi vivienda! Tengo un cuartito con delicioso mobiliario de caoba, con un balcón que da a los bulevares y desde el cual descubro París desde Montmartre hasta el panteón. Muchos me envidian esta vista, pero ninguno la escalera. París es todo lo que uno quiere. Uno puede divertirse, enfadarse, reír, llorar, hacer todo lo que desee. Nadie te dedica una mirada, pues hay millares de personas que hacen lo mismo, y cada una a su manera."

En el tiempo en que Chopin llegó a París, la ciudad es considerada la capital de la cultura en Europa y el mundo. No hay comparaciones en la historia moderna de la galaxia de talento creativo y crítico que se encontraba activo en el París de esa época.

Después de la revolución francesa, los más famosos pintores, escritores, poetas, dramaturgos y brillantes músicos convergen en París. Era común encontrarse al caminar o en algún salón o restaurante a luminarias como Delacroix, Stendhal, Victor Hugo, Heine, Balzac, Rossini, Cherubini, Liszt, Berlioz o Mendelssohn; pronto Chopin formaría parte de ese grupo de luminarias.

Foto: Bulevar Poissoniere tomada de un libro enciclopédico que tengo.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

El Revolucionario

Según todas las probabilidades, y debido al estado de ánimo del músico, fue en Stuttgart y durante este período que Chopin compuso los preludios 2 y 24, así como una de mis piezas favoritas para piano: El Estudio Op.10 Num.12 mejor conocido como "El Revolucionario". Al escuchar esta pieza podemos entender la tristeza y desesperación que Chopin sentía por la situación de su tierra, de sus seres queridos y de él mismo. Se volcó en el piano, como él mismo lo expresa y resultado de ello es esta pieza, hermosa, grandiosa, de una voz clara, viril y heroica.

Bernard Gavoty nos dice en su libro que, en lo expresado por Chopin en su cuaderno de notas se puede saber de un sismo que crea una brecha en su vida y en el sentimiento del músico, brecha que jamás se colmará del todo; que entre el Chopin de Polonia y el de París se abrirá el abismo del desarraigo, y que del drama que vivió en Stuttgart jamás se curará.

Federico empacó sus pertenencias, sus manuscritos y su cuaderno de notas y se puso en camino, su destino: París, al que llegaría a mediados de septiembre, para preguntarse allí: ¿Y ahora qué?

sábado, 20 de noviembre de 2010

Tristes noticias

Los presentimientos y dudas expresa en su cuaderno de notas (y que pudimos leer en el post anterior), no lo engañaron se entera que el 5 de septiembre de 1831 los ejercitos rusos han llegado a las fortificaciones de Varsovia. La primera línea de defensa atravesaba Powazki, donde estaba enterrada Emilia, y Wola, la familiar Wola, que Federico había cruzado tantas veces para ir a la finca de los Skarberk, y donde Elsner lo había despedido con su cantata. Las trincheras eran defendidas por el general Sowinski, quien opone una resistencia heroica hasta el instante en que, cercado por el enemigo muere perforado a bayonetazos. Finalmente el 8 de septiembre Varsovia capitula. Esto representó el abandono de toda perspectiva de independencia, el adiós a las bellas esperanzas de desquite que había acunado toda una generación, de la que Chopin formaba parte. Una vez más, Polonia se encuentra en el fondo del abismo.

Después de enterarse de estas terribles noticias, Federico se desahoga en su cuaderno de notas, y se le nota desesperado, impotente y muy triste.

"Stuttgart, después del 8 de septiembre de 1831.
Escribí las páginas precedentes sin saber que el enemigo se hallaba dentro de la casa. Los suburbios han sido destruídos, incendiados.
¡Jan! ¡Wilus! Probablemente murieron.
¡Sowinski, el querido general en manos de esos canallas!
¡Oh Dios! ¿Tú existes? ¡Sí, existes y no nos vengas! ¿No estás ya harto de los crímenes moscovitas? ¿o es que eres moscovita también?
¡Mi pobre padre! ¡El ser más querido, quizá muerto de hambre, sin dinero para comprar pan para mi madre! Mis hermanas quizás han caído bajo la furia de las desatadas bestias moscovitas. Madre tierna y paciente, ¿has sobrevivido a tu hija para ver como pisan sus huesos los moscovitas que vienen a oprimirte?
¡La ciudad incendiada! ¡Ah! ¿Por qué no pude al menos matar a un moscovita? ¡Oh Tytus, Tytus!
¿Dónde está Konstancja? ¡Quizá en manos de los moscovitas! ¡Un moscovita la oprime, la estrangula, la asesina, la mata! ¡Ah mi amada, estoy solo aquí, ven a mi lado para que te enjugue las lágrimas y calmaré las heridas del presente recordándote el pasado, el tiempo en que todavía no existían los moscovitas!
¿Es posible que ya no tenga madre? y yo, con las manos vacías, aquí, sólo suspiro de vez en cuando ¡vuelco mi desesperación en el piano! ¡Para qué sirve Dios, mi Dios, resquebraja la tierra y que ella devore a los hombres de este siglo, que las torturas más crueles atormenten a los franceses que no nos han auxiliado!"
Foto: General Sowinski, imágen tomada de la Wiki.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Una noche en Stuttgart

Con el estado de ánimo decaído y tras su breve estancia en Munich, Chopin dirige sus pasos a Stuttgart.

Mientras tanto en Varsovia, la insurrección mal dirigida por generales incapaces, se desmorona. El príncipe Adán Czartoriski, quien presidía el gobierno nacional, buscaba, por caminos diplomáticos, el apoyo de una potencia extranjera; tan desesperado era el asunto que incluso ofreció la corona real de Polonia a un archiduque austriaco: el duque Reichstadt, cuya respuesta fue que se abstenía. Francia, que acaba de recibir el golpe de una revolución, permanece callada. Polonia estaba debilitada y dividida y los rusos no tardarían en aprovecharse de esta situación.

Lejos de los suyos y deprimido por el resultado mediocre de un viaje desilusionador Chopin se desmorona. Nos deja ver através de su pluma, en su cuaderno de notas, que en su cabeza hay imágenes dramáticas, trastornadoras y macabras:

"Stuttgart, septiembre de 1831 ¡Cosa extraña! Es posible que este lecho en el cual voy a acostarme haya servido a más de un moribundo, y este pensamiento no me produce hoy desagrado alguno.
¿Pero en qué sentido un cadáver es menor que yo? ¡El cadáver tampoco sabe nada de su padre ni de su madre, ni de sus hermanas, ni de Tytus!
¡Tampoco un cadáver tiene una amada, no puede hablar en su idioma a quienes lo rodean! Un cadáver es pálido como yo. Está tan frío como en este momento lo estoy yo frente a todo. ¿Por qué vivimos una vida tan desgraciada, que nos devora, y que sólo sirve para convertirnos en cadáveres?
La una de la noche suena en los relojes de las torres de Stuttgart. ¡Ah! ¿Cuántos seres humanos mueren en este mismo instante en todo el mundo? Todos son hermanos de la muerte.
¿Para qué sirve mi existencia? No sirvo para nada entre los hombres; porque no tengo pantorrillas, ni músculos: una pobre carita... ¿Estaría mejor con pantorrillas? Un cadáver no tiene más que yo. Otra semejanza. Decididamente, no me falta mucho para fraternizar con la muerte...
¿Konstancja ha simulado que me amaba? ¡Es un enigma sin resolver! ¿Me ama de verdad? ¡Que haga lo que quiera!
¿Estas son lágrimas? Hace tiempo que no brotan de mis ojos. ¡Una tristeza seca me había invadido desde hace tiempo, que me era imposible llorar desde hace muchos dias!
He dejado de llorar. No cabe duda de que fue una especie de muerte momentánea de mis sentimientos; durante unos instantes morí para mi corazón. O más bien mi corazón murió durante un momento para mí ¿Por qué no para siempre? ¿Es posible que eso me resultara más soportable? Solo, solo...
¡Ah mi desdicha no se puede describir! Mi pasaporte vencerá el mes que viene, y ya no podré vivir en el extranjero; por lo menos no podré hacerlo oficialmente. Y entonces me pareceré más a un muerto..."

martes, 16 de noviembre de 2010

Munich

Ahora sí retomo este blog con la decisión de publicar más seguido acerca de la vida de Federico Chopin. En el último post en el que platiqué de su vida, dejamos a Chopin en Viena a punto de abandonarla, después de un concierto que no tuvo el éxito esperado, y de una estancia en la ciudad austriaca que en vez de remunerarlo le hizo gastar más dinero del planeado.

El 20 de julio de 1831 se despide de Viena, y en compañía de su amigo Kumelski atraviesa el hermoso valle del Danubio, cruzaron Linz y Salzburgo hasta que finalmente llegaron a Munich, donde Federico se integró rápidamente al mundo de los músicos. Conoció a Berg (compositor), a Stunz (director), a muchos cantantes; y se hizo amigo de Peter von Lindpaintner, a quien se le consideraba como el maestro de la batuta alemana. Por iniciativa de aquellos músicos, Chopin dio un concierto en la sala de la Sociedad Filarmónica de Munich el 28 de agosto. En este recital toman parte varios cantantes y 2 virtuosos del clarinete: Bärman y Schubert; Stunz dirigió el concierto. Por su parte, Chopin tocó su Concierto en mi menor y la Gran Fantasía sobre Aires Polacos. Sólo hubo una reseña de este concierto, la cual fue inteligente y favorable, en ella se destacó la técnica del pianista y la delicadeza de su toque, así como la eficacia del Concierto y el encanto de la Fantasía.

Pese a ello, Federico se siente triste y desesperado por no tener noticias de los suyos, lo acosan ideas sombrías y escribe en su cuaderno de notas:

"Aspiro a la muerte, querría volver a ver a mis padres. La imágen de ella está ante mis ojos. Todo lo que he visto en el extranjero hasta ahora me parece viejo, insoportable, y sólo sirve para que añore más mi hogar, aquellas benditas horas que entonces no supe apreciar. Esta gente nos es mi gente. Hacen todo de un modo ordenado, chato, mediocre y eso me mata. No querría jamás sentirme mediocre."

sábado, 6 de noviembre de 2010

Los siete afortunados

Durante el mes de septiembre, interneteando me encontré un concurso polaco, el cual consistía en una trivia de 7 preguntas acerca de la vida de Chopin en Varsovia, y yo las quería responder, naturalmente vi los premios y eran muy agradables, aunque para ser sincera, no pensé que pudieran ser enviados desde tan lejos, si es que tenía la suerte de ganar alguno. El concurso se llama The Lucky Seven o los Siete Afortunados, participaron más de 3300 personas, y sus premios:

Primer premio: 7 bicis de alta calidad y muy bonitas.
Segundo premio: 77 libros "Frederic Return to Warsaw"
Y Tercero: 777 chocolates.

Mi premio es uno de los 777 chocolates, en concreto el número 170, está muy hermoso, es en forma de teclado de piano, y viene acompañado por un par de stickers que ilustran unos murales de Chopin que hay en Varsovia, además de una carta que está escrita en polaco y que no puedo leer, ya una alma caritativa en el facebook se ofreció a traducirla y podré saber lo que dice y claro lo compartiré en este espacio, mientras les dejo una foto con mi chocolate, stickers y la carta en polaco.

No está demás decir que me emocionó mucho recibir el sobre, y más cuando ví que venía desde Varsovia.





ACTUALIZACIÓN:
Aquí está la carta que un contacto del NIFC del FB, llamado Kuba Wadolowski me hizo el favor de traducirme al inglés ¡MIL gracias Kuba! :)

"Querido Señor(a)

Felicitaciones por el preciso conocimiento acerca de la vida de Federico Chopin. Gracias por participar en la competición de 'Los Siete Afortunados', la cual fue organizada en ocasión del 200 aniversario del cambio de residencia de Chopin de Zelazowa Wola a Varsovia.

Esperamos que el encontrarse entre el grupo de ganadores, motive su interés por la ciudad de la juventud de Federico Chopin, y sea un embajador de Varsovia.

Agradeciendo su tiempo y participación le enviamos unos stickers con las imágenes de 2 murales que pueden ser admirados en Varsovia, en la calle Tamka, cerca del Museo Federico Chopin.

Mis mejores deseos
Director
Buró de Promoción y Fomento de la ciudad

Andrzej Mankowski"

miércoles, 3 de noviembre de 2010

La carta de Witwicki

"Querido señor Federico:

Permítame recurrir a su memoria y agradecerle por sus admirables canciones. Han gustado infinitamente, no solo a mi, sino a todos los que las escucharon; y usted admitiría que son hermosas, si las oyese cantar por su hermana. Usted debería ser absolutamente el creador de la ópera polaca; tengo la profunda convicción de que podría llegar a serlo y, como compositor nacional polaco, abrir a su talento un camino riquísimo, que lo conduciría a una nombradía poco común. Siempre que tenga en cuenta la nacionalidad, la nacionalidad y una vez más la nacionalidad; es una palabra casi vacía de sentido para un escritor común, pero no para un talento como el de usted. Existe una melodía natal, tal como existe un clima natal. Las montañas, los bosques, las aguas y las praderas tienen su voz natal, interior, aunque no todas las almas la perciban. Estoy convencido de que la ópera eslava, llamada a la vida por un verdadero talento, por un compositor pleno de sentimientos y de ideas, brillará algún dia en el mundo musical como un nuevo sol. Y es posible que se eleve por encima de todas las demás, y que tenga tanta melodía como la ópera italiana, más sentimiento y muchísimo más pensamiento. Cada vez que pienso en ello querido señor Chopin, me dejo acunar con la dulce esperanza de que usted sea el primero que sepa bucear en los vastos tesoros de la melodía eslava; sino sigue ese camino, renunciará voluntariamente a los más bellos laureles. Deje la imitación a los otros; que los mediocres se ocupen de eso. Sea original; nacional. Al comienzo, tal vez no sea entendido por todos, pero la perseverancia y la cultura en un campo elegido por usted le asegurarán un nombre en la posteridad. Quien quiere elevarse en un arte cualquiera y llegar a ser un verdadero maestro, debe perseguir siempre un gran objetivo. Perdóneme por haberle escrito esto, pero créame que estos consejos y estos deseos los dicta una sincera amistad, y la estima que me inspira su talento. Si va a Italia, hará bien en detenerse cierto tiempo en Dalmacia e Iliria, para conocer las canciones de ese pueblo hermano, lo mismo que en Moravia y Bohemia. Busque melodías populares eslavas, tal como el mineralogista busca las piedras y los metales en las montañas y los valles. Inclusive es posible que le parezca conveniente anotar ciertos cantos; para usted esa sería una colección de suma utilidad. No hay que lamentar el tiempo que emplee en eso. Perdón una vez más, por mis garabatos inoportunos; abandono este tema.

Sus padres y sus hermanas gozan de una salud perfecta; de vez en cuando he tenido el placer de verlos. Aquí todos vivimos en una fiebre constante. Hasta ahora mi salud ha sido tan mala, que no he podido ponerme en campaña. Mientras todos los demás 'jugaban a las balas', yo me divertía con mis píldoras; sin embargo formo parte de la artillería de la guardia nacional. Me han dicho que allí usted se aburre y languidece. Me pongo en su situación; ahora ningún polaco puede estar tranquilo, cuando su patria se juega por la vida o la muerte. Sin embargo hay que anhelar que usted siempre recuerde, querido amigo, que se ha ido no para languidecer, sino para perfeccionarse en su arte, y para convertirse en el consuelo y la gloria de su familia y su país. Me permito enviarle estos consejos con la autorización de su respetable madre. En verdad, para que el trabajo dé frutos es preciso tener el espíritu libre, sin inquietudes y sin preocupaciones.

Hasta pronto, querido señor Federico, le deseo salud y todo el bien posible.

Su amigo Witwicki"

Una carta muy emotiva, llena de consejos útiles y sabios, y no sólo para Chopin, sino para cualquiera que la lea.
Imagen: Stefan Witwicki poeta polaco.

Fracaso en Viena

Recuerda a sus seres queridos y a la patria herida con angustia, y le escribe a Matuszynski:

“Estás en el ejercito. ¿Han cavado trincheras? ¿Y mis pobres padres? ¿Qué hacen mis amigos? Vivo con ustedes, de buena gana moriría por ti, por todos. ¿Por qué estoy tan abandonado? Diles a mis padres que me siento contento. Quizá viaje a París dentro de un mes, si todo está tranquilo. Hoy es año nuevo, ¡y cuán tristemente lo empiezo! Quizá no llegue a ver el final de esto…”

Y en su libreta anota: “¡Cuán extraño y triste me siento! No sé qué hacer. ¿Por qué estoy tan solo? Ni la música me consuela hoy.”

No tiene ganas de dar conciertos y las condiciones tampoco son favorables. Los sucesos de Varsovia, lejos de hacer que en Viena simpaticen con un artista polaco, proyectan sobre él una sombra de sospecha. Además el gusto del público ha cambiado, se interesan más en bailes, valses y diversiones, dejando los conciertos serios en un segundo plano. Haslinger sólo imprime a Strauss. Sin embargo Chopin decide dar un concierto, el 11 de junio de 1831, en el Kärthnerthor-Theater, el programa fue:
Obertura de Euriante - Weber
Allegro del Concierto en mi - Chopin
Romanza y rondó del Concierto - Chopin
Un concierto sin historia, sin ganancias y sin mañana.

Sin lugar a dudas esta segunda estadía en Viena concluye en un fracaso. No ha ganado un céntimo y en cambio gastó mucho dinero. Recurre a su padre, quien le envió un pequeño refuerzo, acompañado de recomendaciones de ahorro. Además tiene problemas con su pasaporte, lo hace sellar para Inglaterra, mencionando un simple paso por París.

Decide pues abandonar Viena y justo en el momento de partir, recibe una carta de su amigo, el poeta Esteban Witwicki, es una carta emocionante y significativa que reaviva un escrúpulo en Chopin, quien no tiene el sentimiento de haber servido bien a su patria durante estos 8 meses que pasó en Viena. Esa carta será su evangelio en los años de exilio; y que podremos leer en el siguiente post.

lunes, 1 de noviembre de 2010

Calaverita para Chopin


El día de mañana se celebra aquí en México el día de muertos, mucho se sabe de la manera que tenemos los mexicanos alegre y jocosa de celebrar a nuestros muertos y con ello de convivir con la misma muerte. Como parte de esta celebración se elaboran hermosas y deliciosas ofrendas, con los platillos que a los muertos ofrendados les gustaban en vida. Otra tradición alegre y singular son las calaveritas literarias, en las que con versos se recuerdan a los muertos o inclusive a la gente viva.

Como ofrenda a mi querido Chopin escribí la calaverita que les comparto en este post e hice una ofrenda visual que pueden ver en la imágen de arriba. ¡Feliz día de muertos!

Una tarde de otoño Chopin uno de sus valses tocaba,
Atento como estaba en las naturales, sostenidos y bemoles
No se percató que desde un rincón la huesuda atenta le escuchaba,
Era una hermosa melodía inspirada en sus amores,
A Konstancja, a Alejandrina y a la Sand él recordaba.

La catrina se decía: Es tan pálido y delgado
Se parece a mí en extremo,
Y me gusta tanto que a este dandy, con todo y guantes blancos yo me llevo.

Chopin detiene su interpretación y saluda a la calaca
¿Cómo estás querida dama? Hace tiempo que te espero,
Debes saber que muchas melodías pensando en ti he compuesto,
Pero es una en especial la que para ti quiero tocar
Marcha Fúnebre se llama y bien sé te va a gustar.

La dama eterna, sentada al lado del genio musical se deleitó con la hermosa y triste melodía.
Al terminar Chopin quiso saber si a la dama había agradado
La Marcha Fúnebre tal como él había pensado.

Toda tu música es hermosa y no es ésta una excepción,
Pero curiosa como soy quisiera yo saber
¿Por qué abunda la tristeza cuando en mí se piensa?
No soy triste mírame,
Soy coqueta, animosa y seductora
Toca una mazurka y ya verás que bien sé lo que es bailar.

La mazurka fue tocada y también muy bien bailada,
La catrina dijo al músico: Dime ahora amado Fryceck que serás mi compañero,
Que tomados de la mano la eternidad compartiremos,
Y tus valses y mazurkas muy juntitos bailaremos

El polaco gustoso accedió y desde entonces, cada vez que la huesuda reclama la vida de un mortal, el moribundo tiene la dicha de escuchar las suaves notas de la Marcha Fúnebre del delgado y pálido Chopin.