Ahora sí retomo este blog con la decisión de publicar más seguido acerca de la vida de Federico Chopin. En el último post en el que platiqué de su vida, dejamos a Chopin en Viena a punto de abandonarla, después de un concierto que no tuvo el éxito esperado, y de una estancia en la ciudad austriaca que en vez de remunerarlo le hizo gastar más dinero del planeado.
El 20 de julio de 1831 se despide de Viena, y en compañía de su amigo Kumelski atraviesa el hermoso valle del Danubio, cruzaron Linz y Salzburgo hasta que finalmente llegaron a Munich, donde Federico se integró rápidamente al mundo de los músicos. Conoció a Berg (compositor), a Stunz (director), a muchos cantantes; y se hizo amigo de Peter von Lindpaintner, a quien se le consideraba como el maestro de la batuta alemana. Por iniciativa de aquellos músicos, Chopin dio un concierto en la sala de la Sociedad Filarmónica de Munich el 28 de agosto. En este recital toman parte varios cantantes y 2 virtuosos del clarinete: Bärman y Schubert; Stunz dirigió el concierto. Por su parte, Chopin tocó su Concierto en mi menor y la Gran Fantasía sobre Aires Polacos. Sólo hubo una reseña de este concierto, la cual fue inteligente y favorable, en ella se destacó la técnica del pianista y la delicadeza de su toque, así como la eficacia del Concierto y el encanto de la Fantasía.
Pese a ello, Federico se siente triste y desesperado por no tener noticias de los suyos, lo acosan ideas sombrías y escribe en su cuaderno de notas:
"Aspiro a la muerte, querría volver a ver a mis padres. La imágen de ella está ante mis ojos. Todo lo que he visto en el extranjero hasta ahora me parece viejo, insoportable, y sólo sirve para que añore más mi hogar, aquellas benditas horas que entonces no supe apreciar. Esta gente nos es mi gente. Hacen todo de un modo ordenado, chato, mediocre y eso me mata. No querría jamás sentirme mediocre."
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