lunes, 20 de julio de 2015

De París: Día 5: Ultimo día en París

Como dice la canción de Sasha, Benny y Erick: “Y todo lo que sube tiene que bajar. Todo lo que comienza debe terminar…” Así este mi maravilloso viaje chopinesco.

Reservé para el último día el ir al Musée du Louvre y al Jardín du Luxembourg.
¿Qué puedo decir del Museo de Louvre? Pues que mi prima Maricela tiene razón al decir que te mareas de tanto arte jaja. Fue una experiencia extraordinaria, hay mucho que admirar y aprender en ese hermoso museo, un día (en mi caso medio) no es suficiente para mirarlo todo, espero tener la oportunidad de visitarlo con más detenimiento en un futuro.

Todo lo que vi me gustó mucho, pero en particular La Gioconda. También me encantaron una pintura de Botticelli en el que se mira a la virgen, su hijo y a san Juan bautista, y otra de Lebrun en donde se ven una mamá y su niña abrazadas, me recordó el amor que existe entre mi mami y yo. Me gustaron también la Venus de Milo y las diferentes figuras de Afrodita que vi. Pero he de decir que sufrí una gran decepción al enterarme, tras buscar por un buen rato el retrato que Eugène Delacroix pintó de Chopin, que la sala en la que se encuentra estaba cerrada al público, y digo que fue una gran decepción porque esa pintura y La Gioconda eran mi principal objetivo de visita al museo más famoso del mundo. Ya tengo pretexto para regresar.
Frédéric Chopin. 1838. Óleo sobre lienzo. 46x38 cm
En cuanto al Jardín du Luxembourg había leído que hay un busto de Chopin ahí, y también una estatua linda de George Sand, así que un día antes de dirigirme a ese lugar, busqué en internet un mapita que indicara el lugar preciso, ya que el Jardín es muy grande; no encontré ningún mapa pero sí una gran sorpresa: me enteré que precisamente el domingo 28 de junio habría un concierto dedicado a Chopin en el Kioske à Musique de dicho Jardín, organizado por el Instituto Polaco de Francia.
Cuando llegué al jardín ya estaba muy cansada y hacía mucho sol. Busqué a mi paso, pero sin adentrarme demasiado el busto de mi querido Chopin, pero no lo encontré, así que tras mirar el palacio y la Fontaine Médecis me agencié una silla y la llevé hasta el Kiosko de la Música, la puse bajo la sombra de un árbol en un buen lugar para presenciar el concierto, faltaba poco menos de una hora para que iniciara y aproveché para echarme un sueñito.

El programa y la interpretación de la maestra Magdalena Lisak fueron fabulosos:
  • Grande Valse brillante op.18
  • Ballade n° 3 op.47
  • Seis Estudios op.25: n° 1, n° 2, n° 5, n° 7, n° 11 y n° 12
  • Nocturne n° 1 op.27
  • Dos Mazurkas: n° 1 en si mayor y n° 2 op.56
  • Polonaise-fantaisie op.61
  • Cerrando con un encore maravilloso: Valse n°2 op.64 y el Estudio n°12 op.10 Revolucionario.

Creo que mi viaje chopinesco no pudo haber tenido mejor final, un verdadero cierre con broche de oro, aunque no miré el busto que se le dedicó en ese jardín, creo Chopin también hubiera preferido que escuchara su música, en la que vivirá por siempre.

Cené rico y mientras lo hacía pensaba y recordaba estos días hermosos en los que conocí una de las dos ciudades de Chopin. Un viaje que es un recuerdo feliz y al que podré acudir siempre que quiera poner una sonrisa en mi rostro.

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