Como dice
la canción de Sasha, Benny y Erick: “Y todo lo que sube tiene que bajar. Todo
lo que comienza debe terminar…” Así este mi maravilloso viaje chopinesco.
Reservé
para el último día el ir al Musée du Louvre y al Jardín du Luxembourg.
¿Qué puedo
decir del Museo de Louvre? Pues que mi prima Maricela tiene razón al decir que
te mareas de tanto arte jaja. Fue una experiencia extraordinaria, hay mucho que
admirar y aprender en ese hermoso museo, un día (en mi caso medio) no es
suficiente para mirarlo todo, espero tener la oportunidad de visitarlo con más
detenimiento en un futuro.
Todo lo que
vi me gustó mucho, pero en particular La Gioconda. También me encantaron una
pintura de Botticelli en el que se mira a la virgen, su hijo y a san Juan
bautista, y otra de Lebrun en donde se ven una mamá y su niña abrazadas, me
recordó el amor que existe entre mi mami y yo. Me gustaron también la Venus de
Milo y las diferentes figuras de Afrodita que vi. Pero he de decir que sufrí
una gran decepción al enterarme, tras buscar por un buen rato el retrato que
Eugène Delacroix pintó de Chopin, que la sala en la que se encuentra estaba
cerrada al público, y digo que fue una gran decepción porque esa pintura y La
Gioconda eran mi principal objetivo de visita al museo más famoso del mundo. Ya
tengo pretexto para regresar.
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Frédéric Chopin. 1838. Óleo sobre lienzo. 46x38 cm
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En cuanto
al Jardín du Luxembourg había leído que hay un busto de Chopin ahí, y también
una estatua linda de George Sand, así que un día antes de dirigirme a ese
lugar, busqué en internet un mapita que indicara el lugar preciso, ya que el
Jardín es muy grande; no encontré ningún mapa pero sí una gran sorpresa: me enteré que precisamente
el domingo 28 de junio habría un concierto dedicado a Chopin en el Kioske à
Musique de dicho Jardín, organizado por el Instituto Polaco de Francia.
Cuando
llegué al jardín ya estaba muy cansada y hacía mucho sol. Busqué a mi paso,
pero sin adentrarme demasiado el busto de mi querido Chopin, pero no lo
encontré, así que tras mirar el palacio y la Fontaine Médecis me agencié una
silla y la llevé hasta el Kiosko de la Música, la puse bajo la sombra de un
árbol en un buen lugar para presenciar el concierto, faltaba poco menos de una
hora para que iniciara y aproveché para echarme un sueñito.
El programa
y la interpretación de la maestra Magdalena Lisak fueron fabulosos:
- Grande
Valse brillante op.18
- Ballade n°
3 op.47
- Seis
Estudios op.25: n° 1, n° 2, n° 5, n° 7, n° 11 y n° 12
- Nocturne n°
1 op.27
- Dos
Mazurkas: n° 1 en si mayor y n° 2 op.56
- Polonaise-fantaisie
op.61
- Cerrando
con un encore maravilloso: Valse n°2 op.64 y el Estudio n°12 op.10
Revolucionario.
Creo que mi
viaje chopinesco no pudo haber tenido mejor final, un verdadero cierre con
broche de oro, aunque no miré el busto que se le dedicó en ese jardín, creo Chopin
también hubiera preferido que escuchara su música, en la que vivirá por
siempre.
Cené rico y mientras lo hacía pensaba y recordaba
estos días hermosos en los que conocí una de las dos ciudades de Chopin. Un
viaje que es un recuerdo feliz y al que podré acudir siempre que quiera poner
una sonrisa en mi rostro.
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