Como el día
anterior, aunque conocí cosas maravillosas y será por siempre inolvidable, me
cansé mucho, caminé demasiado al grado que hasta me salió una ampollita en un
dedo del pié derecho, cabe mencionar que en los poco más de dos años que llevo
corriendo nunca me había salido una jeje; además el calor estuvo a tope, creo
que llegamos cerca de los 40°; bueno pues esto fue lo que me hizo decidir que
visitaría la Torre Eiffel en los camioncitos de L’ Open Tour (que es como el
Turibús de acá de la Cdad. de México), y aprovecharlos para pasearme por todo
París.
Llegué a uno
de los kioskos de los camioncitos, que se encuentra junto a La Madeleine,
compré mi boleto y esperé el siguiente, permanecería en él hasta llegar a la
Torre Eiffel.
Cuando el
camión dobló una calle y por fin la tuvimos de frente, lo único que puedo decir
es que fue ¡amor a primera vista! Majestuosa y bella toda ella. En la imagen
que les comparto y que tiene por fondo un cielo azulísimo hasta me parece que
se sale de la foto. Creo que las palabras no dan para describirla, hay que
estar ahí para verla y admirarla, y para sorprenderse por esa maravilla de la arquitectura.
Me formé algo
así como 30 minutos para ascender por las escaleras hasta su primer nivel, ¿elevadores?
¡Naaaa! La vista que abarca todo París es muy bonita, además había aire y el
día era muy claro. No subí al siguiente nivel porque no creo que la vista
cambie demasiado, eso sí me quedé en el primero un buen rato, me eché un tente
en pié en una como cafetería no techada que tienen ahí y miré y miré hasta que
quise.
Quien me
conozca, sabe que las alturas no son lo mío, así que el paso que di para
pararme en el piso de cristal de la Torre fue uno muy grande jajajajaja.
La boutique
que también está en ese piso tiene cosas muy bonitas, compré algo de recuerdo y
descendí a esperar el siguiente camión con destino a Les Invalides, donde se
encuentra la tumba de Napoleón, antes pasamos por la Escuela Militar, en donde él
estudió.
Les Invalides
fue creado para que fuera una residencia para militares franceses retirados,
lisiados o ancianos, hoy es un museo y desde 1840 los restos de Napoleón se
encuentran ahí; sigue albergando un pequeño hospital, al que los visitantes no
pueden acceder.
Caminé por
fuera de Les Invalides con el propósito de visitar el museo Rodin, por el
camino que tomé hay un jardín muy bonito y al voltear a verlo miré mis flores
favoritas: Lupinos, y también una vista que me encantó: La Torre Eiffel al
fondo enmarcada por el follaje de los árboles de ese jardín. Al mirar eso me
sentí feliz de estar ahí.
Al museo
Rodin no pude entrar, había una larga fila para poder hacerlo; así que volví a
tomar el camión para darme una segunda vuelta. L’ Open Tour tiene cuatro rutas,
pero dado que ese día se celebró la marcha del orgullo gay; por cierto que fue
el día en que legalizaron el matrimonio entre personas del mismo sexo en USA,
lo cual me hizo recordar desde muy temprano a aquel querido amigo que ya no
está en este mundo y que hubiera sonreído feliz ante la noticia y quien además
tocaba el piano de una manera virtuosa; bueno pues por ese motivo se cerraron 2
de las líneas de los camioncitos
turísticos (la de Montparnasse y la que llegaba a la Bastilla) y para abordar la
4ta había que esperar y caminar un poco más de lo que estaba dispuesta, además
era la de Montmatre, rumbo por el que ya había estado paseando a pié.
Volví a
mirar a la Torre Eiffel le tome fotos con la luz de la tarde que me gusta más y
la volví a amar, prometiendo regresar alguna vez.
Terminó mi día en un cafecito, cenando una rica baguette
la mitad de jamón serrano y la mitad de pavo, con un vinito y un delicioso postre
que consistió en un volován de crema pastelera y fresas.
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