El otro día
recordaba que en una de la revistas pauta encontré un poema en el que se
menciona a mi amor Chopin, de hecho en cada número de la revista se incluyen
poemas, algunos tienen como tema la música, o hacen referencia a ella o a algún
músico, entonces me puse a buscar a ver si encontraba alguna historia en la que
se incluyera a mi músico favorito, encontré una novela corta (no muy buena por
cierto) del mexicano Manuel José Othón, se llama Un Nocturno de Chopin y fue
escrita en 1891, les contaré de qué trata, aunque es un verdadero drama.
Un Nocturno
de Chopin cuenta la historia de un escritor llamado Teodoro, que se enamora a
primera vista de una hermosa mujer llamada María Teresa, quien a su vez está
casada con un músico y notable ejecutante del piano, antes de tener una
relación cercana, Teodoro y María Teresa coinciden en un par de ocasiones, pero
son unos desconocidos, en la segunda de estas coincidencias, Teodoro y demás
invitados son testigos de la interpretación al piano del marido de la hermosa
mujer: “tocó de una manera arrobadora y estética, el Primer Nocturno de Chopin”
Teodoro,
reflexionando sobre lo que escucha nos dice: “Hay en las vaguedades de la
música, dolores escondidos que sollozan y desesperaciones comprimidas que
palpitan. Chopin es el gran poeta del piano, y el instrumento, cuando exhala
sus inspiraciones, transforma las cuerdas en nervios humanos y los sonidos en
quejas y gritos escapados de una garganta apretada por el dolor”. Yo opino que
si bien mucha de la música de mi amor Chopin es melancólica, también tiene melodías
alegres, muchas que pueden ser tiernamente tristes, y otras en las que, como
bien dice Teodoro podemos sentir su desesperación, y es que sin duda en su
música plasmaba su sentir, porque no creo que fuera agradable para él estar
lejos de sus seres más queridos, sin poder retornar a su patria, viendo desde
lejos toda la injusticia cometida sobre su pueblo; y pues menos agradable aún
el sentir la muerte tan cerca de él cuando todavía era joven. Pero lo que todas
sus composiciones tienen es genialidad y romanticismo.
Volviendo
al relato, Teodoro y María Teresa se vuelven a encontrar más de un año después,
ella es viuda, Teodoro es vecino de la finca donde ella vive y se hacen amigos, él la visita muy seguido, ella le cuenta que su marido muere con la
razón perdida en un manicomio, preso de la frustración al ver que la ópera que
había escrito no era lo suficientemente buena para ser representada, ya que si
bien Federico era un muy buen ejecutante, como compositor no tenía talento
alguno; pero esta no fue la única causa por la que perdió la razón, vivía
atormentado porque él amaba con todo su ser a su esposa, pero no era
correspondido, ella amaba el talento que él tenía para tocar el piano, pero
apenas lo estimaba como su esposo que era. La última vez que María Teresa lo
vio, él tocaba el Primer Nocturno de Chopin y mientras lo tocaba también perdía
la razón. Por indicaciones médicas fue trasladado al manicomio, en donde murió
2 meses después.
Teodoro
visitaba casi a diario a María Teresa, esas visitas se convirtieron en una
necesidad que era recíproca. Él le leía lo que escribía, ella tocaba el piano
para él.
Un día le
pide que toque el mismo Nocturno de Chopin, ella se niega diciéndole lo que
significaba ese Nocturno para Federico: “estos lamentos, no son lamentos, son
sollozos ahogados que retumban dentro del piano como golpes dados en el interior
de un ataúd”, y agregó: “… Si tocara yo ese Nocturno, me parecería que
tales sollozos no habían de brotar de la concertada encordadura. Creería
escucharlos surgiendo de aquel ataúd como golpes secos”, obvio se refería al
ataúd de su difunto marido.
Pero
Teodoro persistió y un día logró convencerla de tocar ese Nocturno, mientras la
escuchaba tocar se dio cuenta de que la amaba, pero también le vino la certeza
de que ese era un amor imposible, pese a que ambos eran libres. Al terminar el
Nocturno ambos se confiesan enamorados el uno del otro, pero ella se siente
atormentada con el recuerdo de su marido y le pide que se vaya y que no regrese
sino hasta 2 días después; el escritor se va y cumplido el plazo se apersona en la casa de
María Teresa, pero ella ya no está, sólo le ha dejado una carta en la que le
pide perdón por alejarse para siempre de él, y además le dice que lo suyo es
imposible porque el fantasma de su marido la atormenta y no los dejaría ser
felices. El pobre Teodoro hasta se enferma, con el tiempo se recupera físicamente, pero la alegría no vuelve a él nunca; finalmente pasado un tiempo
se entera de casualidad que María Teresa había partido a Europa para ingresar a
un convento.
Esta
historia me recuerda un poco la de Pepita Jiménez de Juan Valera Benito Pérez Galdós, pero
sin ser tan buena.
Por cierto que el autor no especificó bien cuál
de los Nocturnos No.1 de Chopin es el protagonista de su historia ya que hay
nueve: El Opus 9, 15, 27, 32, 37, 48, 55, 62 y 72. Como mi favorito es el Opus
48 (de hecho está en mi lista de las 10 piezas para piano que más me gustan),
lo he seleccionado como el protagonista de esta historia y se los dejo en la
interpretación de mi querida Val ¡Disfruten!
2 comentarios:
Pepita Jiménez es de Juan Valera, no de Galdós.
Es verdad, gracias por la corrección.
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