"Querido señor Federico:
Permítame recurrir a su memoria y agradecerle por sus admirables canciones. Han gustado infinitamente, no solo a mi, sino a todos los que las escucharon; y usted admitiría que son hermosas, si las oyese cantar por su hermana. Usted debería ser absolutamente el creador de la ópera polaca; tengo la profunda convicción de que podría llegar a serlo y, como compositor nacional polaco, abrir a su talento un camino riquísimo, que lo conduciría a una nombradía poco común. Siempre que tenga en cuenta la nacionalidad, la nacionalidad y una vez más la nacionalidad; es una palabra casi vacía de sentido para un escritor común, pero no para un talento como el de usted. Existe una melodía natal, tal como existe un clima natal. Las montañas, los bosques, las aguas y las praderas tienen su voz natal, interior, aunque no todas las almas la perciban. Estoy convencido de que la ópera eslava, llamada a la vida por un verdadero talento, por un compositor pleno de sentimientos y de ideas, brillará algún dia en el mundo musical como un nuevo sol. Y es posible que se eleve por encima de todas las demás, y que tenga tanta melodía como la ópera italiana, más sentimiento y muchísimo más pensamiento. Cada vez que pienso en ello querido señor Chopin, me dejo acunar con la dulce esperanza de que usted sea el primero que sepa bucear en los vastos tesoros de la melodía eslava; sino sigue ese camino, renunciará voluntariamente a los más bellos laureles. Deje la imitación a los otros; que los mediocres se ocupen de eso. Sea original; nacional. Al comienzo, tal vez no sea entendido por todos, pero la perseverancia y la cultura en un campo elegido por usted le asegurarán un nombre en la posteridad. Quien quiere elevarse en un arte cualquiera y llegar a ser un verdadero maestro, debe perseguir siempre un gran objetivo. Perdóneme por haberle escrito esto, pero créame que estos consejos y estos deseos los dicta una sincera amistad, y la estima que me inspira su talento. Si va a Italia, hará bien en detenerse cierto tiempo en Dalmacia e Iliria, para conocer las canciones de ese pueblo hermano, lo mismo que en Moravia y Bohemia. Busque melodías populares eslavas, tal como el mineralogista busca las piedras y los metales en las montañas y los valles. Inclusive es posible que le parezca conveniente anotar ciertos cantos; para usted esa sería una colección de suma utilidad. No hay que lamentar el tiempo que emplee en eso. Perdón una vez más, por mis garabatos inoportunos; abandono este tema.
Sus padres y sus hermanas gozan de una salud perfecta; de vez en cuando he tenido el placer de verlos. Aquí todos vivimos en una fiebre constante. Hasta ahora mi salud ha sido tan mala, que no he podido ponerme en campaña. Mientras todos los demás 'jugaban a las balas', yo me divertía con mis píldoras; sin embargo formo parte de la artillería de la guardia nacional. Me han dicho que allí usted se aburre y languidece. Me pongo en su situación; ahora ningún polaco puede estar tranquilo, cuando su patria se juega por la vida o la muerte. Sin embargo hay que anhelar que usted siempre recuerde, querido amigo, que se ha ido no para languidecer, sino para perfeccionarse en su arte, y para convertirse en el consuelo y la gloria de su familia y su país. Me permito enviarle estos consejos con la autorización de su respetable madre. En verdad, para que el trabajo dé frutos es preciso tener el espíritu libre, sin inquietudes y sin preocupaciones.
Hasta pronto, querido señor Federico, le deseo salud y todo el bien posible.
Su amigo Witwicki"
Una carta muy emotiva, llena de consejos útiles y sabios, y no sólo para Chopin, sino para cualquiera que la lea.
Imagen: Stefan Witwicki poeta polaco.