El pasado martes,
asistí a la primera de tres sesiones de escucha dedicadas a Ricardo Castro y su
música, esto en la Fonoteca Nacional de México, que se ubica en la hermosa Casa
de Alvarado en Coyoacán.
Quien
conduce y nos ilustra con sus conocimientos sobre la música en general, pero
con un énfasis particular en la de Castro es el maestro Lázaro Azar. El ciclo se llama: Ricardo Castro y sus
influencias, y se lleva a cabo por ser este año el 150 aniversario del
nacimiento del músico duranguense, además de la necesidad de dar más difusión a
su música, la cual es muy hermosa.
El objetivo
de esta primera sesión fue conocer de dónde salió y de quién se inspiró Ricardo
Castro, tratando particularmente la música de salón.
Se nos
dijo, que en la época en que vivió Ricardo Castro, finales del siglo XIX y
principios del XX, el piano era un instrumento de la vida cotidiana de México,
que prácticamente en todas las casas (salvo en las que se vivía con pobreza) había un piano, estos pianos de la sociedad
mexicana, eran traídos a México desde Europa, como una especie de lastre para
los barcos. Pianistas de la época, entre otros artistas, venían a México porque
eran muy bien pagados, y estas visitas que hacían no fueron desaprovechadas por
Ricardo Castro, quien escuchó a muchos de aquellos buenos pianistas de su época
que visitaban nuestro país, y ya luego también lo pudo hacer en el extranjero
cuando estaba becado.
El maestro
Azar compartió con nosotros varias grabaciones de estos pianistas, grabaciones
hechas en fonógrafos y pianolas, pianistas que influyeron notablemente en la
música de salón de Ricardo Castro.
Con la que
iniciamos fue con una de Eugen d’ Albert, quien al visitar nuestro país
solicitó a compositores mexicanos le proporcionaran música mexicana, y fueron
Ricardo Castro y Felipe Villanueva quienes más aprovecharon la oportunidad.
También
escuchamos a Teresa Carreño, de quien nos platicó el maestro Azar, fue la
primera mujer en grabar la sonata Waldstein de Beethoven. A Paderewski, quien
fue el último gran pianista a quien escuchó Ricardo Castro en México, y quien
lo desilusionó grandemente, al incurrir en vicios al tocar el piano, tales como
“Quebrar” o “Agregarle de su cosecha”, el maestro Azar nos explicó que
“Quebrar” es cuando las manos entran a destiempo una de otra, aunque la
partitura indique que deben de tocar al mismo tiempo. Fue tanto lo que le
impactaron y disgustaron estos vicios de un pianista tan renombrado como
Paderewski, que Castro decidió retirarse de los conciertos, y las giras, y por
dos años sólo se dedicó a estudiar, para no permitirse caer en este tipo de
malas interpretaciones al piano.
Una vez que
obtiene la beca por parte de Porfirio Díaz, y se traslada a París, conoce a muchos
músicos, asiste a innumerables conciertos, aprende y toma influencias, el
maestro Azar nos dijo que quien más impactó a Castro fue Emil Von Sauer, de
quien nos puso una grabación de un vals de Chopin:Op64 No2, a mí me gustó
particularmente escuchar a Von Sauer, quien estuvo casado con la pianista
mexicana Angélica Morales y de quien leí una biografía, fue muy interesante y
lindo escucharlo, en la biografía de Angélica Morales se habla mucho del
talento de este músico alemán, que además fue alumno de Franz Liszt.
Escuchamos
también la primera grabación que se hizo del Vals Capricho, interpretado por el
pianista mexicano José F. Velázquez, interpretación que tiene de los vicios que
a Castro no de gustaban, coincido con el maestro Azar, es una grabación muy
valiosa por ser la primera que se hizo de este vals, pero la interpretación no
es muy buena.
Se habló de la influencia de Chopin, que se
escucha en los valses, mazurkas y polonesas de Ricardo Castro, de esto ya
habíamos platicado en un post anterior, en el que la maestra Zuk nos explicó ampliamente
esta influencia de Chopin en la música de Castro y Villanueva: Chopin y México 2 de 2
Entre otras
piezas escuchamos la Impromptu Op41 de Castro, que para el maestro Azar, es de
lo mejor de toda su escritura, a mí me ha gustado mucho, no la conocía.
Para
finalizar la sesión escuchamos de nuevo el Vals Capricho, esta vez interpretado al piano por la maestra Bolívar
y acompañada por la Orquesta Sinfónica Nacional dirigida por el maestro Luis
Herrera de la Fuente ¡Ah que bonita
interpretación! Pero para mí la más hermosa de todas es la que me regaló mi
maestra Lolita el día que cumplí 18 años, y que fue también la última vez que
la escuché tocar el piano.
Las
siguientes sesiones serán en Noviembre y Enero.
Y bueno como un granito de arena a este 150
aniversario del nacimiento de Ricardo Castro, voy a leer un libro que tengo de
él: Álbum de Ricardo Castro, y por acá les platicaré.