
Toca el piano para Morlacchi, quien lo felicita y le presenta a la mejor pianista de Dresde: Antoinette Pechwell, cuya ejecución aprecio grandemente Chopin.
Su estancia en Dresde, ciudad dedicada al arte, a los salones y a las jiras, le dio tantas y tan buenas impresiones que el tiempo se le fue volando y le pareció haber estado ahí tan solo una semana. Vivió estos días en un estado de júbilo, absorbiendo el mundo y sus fuerzas eran inagotables.
Ya próximo a Varsovia visitó a madame Wiesiolowska en Wroclaw, al príncipe Radziwill en Antonin y al doctor Helbich en Kalisz.
Finalmente llega a Varsovia los últimos días de septiembre.
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