Se puede presumir que Chopin no era tan leído como sus colegas Berlioz, Liszt y Mendelssohn, pero ojo, eso no quiere decir nada, ya que distaba mucho de ser ignorante, lo cual resulta obvio si tomamos en cuenta tanto los estudios realizados en su tierra como el ambiente en el que creció. A estas alturas de su vida, leía regularmente por las noches y en su buró siempre se podía apreciar algún libro.
Pero lo más importante en Chopin, como en todos y cada uno de nosotros, era su personalidad: inteligencia rápida, su encanto, su ingenio, y por supuesto su música y la forma en que la tocaba; en el teclado era un hechicero.
En una carta dirigida a Hiller expresa su admiración por Ferenc Liszt: “Te escribo sin saber qué garabatea mi pluma, porque en este momento Liszt está tocando mis estudios, y pone mis pensamientos honestos fuera de mi cabeza: Me gustaría robarle la forma de tocar mis propios estudios”.
Como ya mencionamos, los salones son su medio, y casi todas las noches es invitado a la casa de algún aristócrata, quien normalmente era mecenas de los artistas, y toca el piano.
En estos momentos su vida, se desarrolla entre salones, clases y composiciones y en ellas no olvida a su patria, siempre están presentes las imágenes de los lugares tan queridos para él, en su música se pueden escuchar ritmos nacionales y ganas de libertad.
A finales de 1832 y en los primeros meses de 1833, no le parece tan insoportable dar conciertos, se presenta pero no en solitario. El primero de estos conciertos se da el 15 de diciembre de 1832, Chopin, Liszt y Hiller interpretan con gran éxito el Concierto para tres claves de Bach. El 2 de abril de 1833 se vuelve a presentar junto con Liszt, las piezas son diferentes; al día siguiente otro concierto a 2 y 4 pianos, los ejecutantes son: Chopin, Liszt y los hermanos Herz.
Es también en esta época en la que otros pianistas y músicos conocidos empiezan a interpretar su música en conciertos públicos, entre ellos se encontraban Kalkbrenner, Liszt, Osborne, Hiller, Stamaty, Eduard Wolff y Clara Wieck.
Chopin está de moda entre aristócratas, artistas e intelectuales. De esta época es la opinión de La Revue Musicale: “Chopin se aparta en forma deliberada de los caminos trillados. Su ejecución y su composición han sido aceptados desde el comienzo de tal consideración, y adquirido una reputación tan elevada, que en opinión de muchos, este artista es un fenómeno inexplicable”.
Pero lo más importante en Chopin, como en todos y cada uno de nosotros, era su personalidad: inteligencia rápida, su encanto, su ingenio, y por supuesto su música y la forma en que la tocaba; en el teclado era un hechicero.
En una carta dirigida a Hiller expresa su admiración por Ferenc Liszt: “Te escribo sin saber qué garabatea mi pluma, porque en este momento Liszt está tocando mis estudios, y pone mis pensamientos honestos fuera de mi cabeza: Me gustaría robarle la forma de tocar mis propios estudios”.
Como ya mencionamos, los salones son su medio, y casi todas las noches es invitado a la casa de algún aristócrata, quien normalmente era mecenas de los artistas, y toca el piano.
En estos momentos su vida, se desarrolla entre salones, clases y composiciones y en ellas no olvida a su patria, siempre están presentes las imágenes de los lugares tan queridos para él, en su música se pueden escuchar ritmos nacionales y ganas de libertad.
A finales de 1832 y en los primeros meses de 1833, no le parece tan insoportable dar conciertos, se presenta pero no en solitario. El primero de estos conciertos se da el 15 de diciembre de 1832, Chopin, Liszt y Hiller interpretan con gran éxito el Concierto para tres claves de Bach. El 2 de abril de 1833 se vuelve a presentar junto con Liszt, las piezas son diferentes; al día siguiente otro concierto a 2 y 4 pianos, los ejecutantes son: Chopin, Liszt y los hermanos Herz.
Es también en esta época en la que otros pianistas y músicos conocidos empiezan a interpretar su música en conciertos públicos, entre ellos se encontraban Kalkbrenner, Liszt, Osborne, Hiller, Stamaty, Eduard Wolff y Clara Wieck.
Chopin está de moda entre aristócratas, artistas e intelectuales. De esta época es la opinión de La Revue Musicale: “Chopin se aparta en forma deliberada de los caminos trillados. Su ejecución y su composición han sido aceptados desde el comienzo de tal consideración, y adquirido una reputación tan elevada, que en opinión de muchos, este artista es un fenómeno inexplicable”.
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