Federico se mezcla con los bohemios de París y se hizo amigo, especialmente, de Hiller y de Liszt, quienes pronto adelantaron en su estima a un punto muy por encima de la clasificación de 0, que arrebatadamente les había dado, al compararlos con Kalkbrenner; cuando Mendelssohn, amigo de Hiller llegó a París, también se unió al grupo.
Chopin admiraba a Hiller, jefe de aquel grupo, y lo comparaba con Beethoven. Sus relaciones con Liszt se convirtieron en una genuina amistad, que duró muchos años. El apasionado y explosivo húngaro, cuya vida entera dedicó a la búsqueda de sí mismo y que en cualquier momento abandonaba la filosofía mística por los brazos de una mujer; algo que el mismo describe:
Chopin admiraba a Hiller, jefe de aquel grupo, y lo comparaba con Beethoven. Sus relaciones con Liszt se convirtieron en una genuina amistad, que duró muchos años. El apasionado y explosivo húngaro, cuya vida entera dedicó a la búsqueda de sí mismo y que en cualquier momento abandonaba la filosofía mística por los brazos de una mujer; algo que el mismo describe:
“El amor es la cosa más misteriosa e incomprensible del mundo. En todas las circunstancias de la vida siento que soy un hombre honesto, moral, decente. Nunca miento y ni siquiera engañé a nadie. Pero apenas entro en el campo del amor, me convierto en un verdadero nihilista.”
Franz Liszt veía en Chopin un ejemplo de concentración, disciplina y dominio de sí. Los estudios escritos por Chopin, que fue una forma musical que Liszt adoptó de su amigo, fueron para él (Liszt) una gran experiencia. Como pianista militante, que trataba de contender con la orquesta, aporreando sus fortísimos sobre las teclas como quien toca un tambor, quedó profundamente impresionado por la música orgullosa y exclusiva de Chopin. En cuanto a Federico, halló en Franz un contraste y complemento de él mismo, y disfrutaba con la compañía de su nuevo amigo.
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