Existía una confraternidad entre los extranjeros en París, quienes se reunían con frecuencia en el No.5 de la Chaussée d' Antion que era donde se encontraba ubicada la casa del doctor Hermann Franck, un erudito alemán, escritor y amante de la música, en tales veladas se derrochaba talento y buena música, y el anfitrión generalmente jugaba al ajedrez con Mendelssohn.
Gracias a Chopin aquel unido grupo de jóvenes músicos comenzó a frecuentar las casas de los aristócratas polacos: Los lunes la del príncipe Adam Czartoryski, y los jueves la del conde Ludwik Plater. Los Plater eran especialmente aficionados a la música. En una de esas veladas, tanto Liszt, como Hiller y Chopin tocaron los aires polacos, y quedó muy en claro que sólo un polaco podía darles la alegría o la melancolía correspondientes; Hiller y Liszt reconocieron que la interpretación de Chopin de la mazurka que tocó había sido la más conmovedora y dramática.
Federico se hizo pronto íntimo de los Plater. Su hija Pauline fue la primera alumna que tuvo en París. La condesa se dió cuenta que Chopin buscaba un refugio familiar en su casa, y, demostrando una notable comprensión de los caracteres de los 3 amigos, le dijo una vez a Federico:
La realidad era que Federico viviía en una atmósfera cordial y en un lugar hermoso, pero añoraba constantemente a su familia. Durante toda su vida, su apego a la familia, a sus viejos amigos y a su patria no disminuyó, y fue, después de su amor por la música, su sentimiento más profundo."Si yo fuese joven y hermosa, mi pequeño Chopin, os eligiría a vos como esposo, a Hiller como amigo y a Liszt como amante."
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