No se tiene ningún retrato del niño Chopin; se sabe que es de naturaleza impulsiva, amante de las farsas, bromista con sus hermanas, respetuoso con sus padres, un poco delicado de salud, de apetito caprichoso y que a menudo tiene dolores de muelas.
Tiene las manos de pianista y muy buena memoria. Ama la música y la prefiere ante todo, pero esto no hace que excluya otras actividades propias de su edad; realiza sus tareas escolares diligente y brillantemente, es popular entre sus compañeros de escuela, es travieso y bromista, le encanta la mímica y la caricatura y éstas dos últimas actividades son muy apreciadas por sus amigos y familia. La música era una parte primordial en su vida pero de ninguna manera una cadena o su vida entera.
En su casa, que es también el pensionado de su padre convive con chicos de su edad o un poco más grandes, chicos que serán sus amigos de por vida, casi todos ellos hijos de propietarios rurales que se ven en la necesidad de hacer que sus hijos estudien lejos de casa. El pensionado Chopin data desde la época en la que Nicolás se convierte en profesor del Liceo de Varsovia, esto es con el fin de obtener un dinero extra, imita a otros profesores, solicita y obtiene la autorización de tomar alumnos en pensión en su casa. Todos los chicos pensionados son pertenecientes a una clase acomodada, de cuidada educación, por lo que al crecer a su lado, el niño Chopin adquiere buenos y finos modales.
Ningún músico del mundo ha recibido la educación refinada que tuvo Chopin. La imagen del “joven príncipe” está perfectamente justificada.
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