Cuando acudieron a verlo, se encontraron con un hombre viejo, ya en la década de los 70's y de cabellos blancos, que a pesar de haber vivido más de 30 años en Viena conservaba su acento italiano.
Franz Liszt tocó para él sin que nadie se lo pidiera, al escucharlo, Salieri tomó a su cargo la enseñanza del pequeño, y al igual que Czerny se negó a recibir paga a cambio de ello.
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