Jarocki y Chopin salieron para Varsovia vía Poznan. Más allá de Frankfurt, en Zullichau la diligencia se detuvo para cambiar los caballos, los 2 viajeros fueron a ver la ciudad, pero no hallaron nada interesante, cuando al volver a la estación vieron que los caballos todavía no habían llegado, entraron resignadamente en una posada vecina de la estación y Federico descubrió con gran sorpresa que había un piano. Era un instrumento viejo y maltratado, pero eso era irrelevante para él, se apresuró a probar las teclas y el viejo piano sonaba mucho mejor de lo que parecía. Chopin se sentó al piano y en la posada del camino resonó una música que jamás se había oído entre sus paredes. Lo que tocó fue probablemente un esbozo de su futura Gran Fantasía sobre Aires Polacos.
Los huéspedes y dueños de la posada, un viejo residente de la ciudad y los compañeros de la diligencia, así como el asombrado mayoral fueron el público. El concierto siguió; el viejo piano tocaba todo lo que le ordenaban las jóvenes manos del polaco.
El público estaba extasiado, el concierto duró mucho, la posadera y sus hijas trajeron vinos y pasteles y el posadero bebió a la salud del joven pianista.
Los huéspedes y dueños de la posada, un viejo residente de la ciudad y los compañeros de la diligencia, así como el asombrado mayoral fueron el público. El concierto siguió; el viejo piano tocaba todo lo que le ordenaban las jóvenes manos del polaco.
El público estaba extasiado, el concierto duró mucho, la posadera y sus hijas trajeron vinos y pasteles y el posadero bebió a la salud del joven pianista.
Se dice que el anciano habitante de la ciudad, que resultó ser el organista local, se acercó a Federico y le dijo:
“Ahora soy viejo, pero conozco la buena música. Si Mozart le hubiese escuchado le habría estrechado la mano gritando ‘BRAVO’. En un hombre tan insignificante como yo eso no estaría bien.”Chopin estaba agotado, el recital había durado más de 2 horas. Tocó una mazurka más y se levantó para partir. Las muchachas, quienes le parecieron lindas, lo colmaron de dulces y su público lo llevó en andas hasta la diligencia. La gente de la posada siguió agitando las manos a manera de saludo después que hubo desaparecido entre la niebla otoñal la diligencia que se llevaba al mago.
1 comentario:
A mí también me gustó mucho, aunque la de Schumann sigue siendo mi favorita. :)
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