Terminé de
leer el libro “Correr en Femenino” escrito por Alexandra Heminsley, quien es,
según leo al final del libro, periodista, locutora y negro literario (por
cierto que esta expresión no la conocía y me entero que se refiere a la persona que hace trabajos anónimamente en
provecho y lucimiento de otro, que pone la firma).
El libro se
anuncia como motivador para corredoras, que inician, que ya tienen experiencia
y también para las que aún no se animan a entrarle a este deporte que es
maravilloso. Y sí cumple con experiencias motivadoras y de las cuales se puede
aprender, aunque la verdad me pareció un poco tedioso, ya que todas las
anécdotas empezaban con un pero, salvo la del primer maratón de Londres que
corrió, y que es el capítulo que más me gustó. En consecuencia, no es un libro
favorito, pero tiene algunas perlas que vale la pena tener presentes.
Comparto
con la escritora esa opinión de que correr es, aparte de ser una magnífica
forma de ejercitar nuestro cuerpo, “es un honor, un privilegio y un regalo.
Correr es una fuente de placer inconmensurable, de confianza en uno mismo y de
compañerismo inesperado, correr nos
aporta bienestar físico y claridad mental”.
Les platico que en los últimos tres
meses he pensado mucho en eso de que correr es también un privilegio, porque he
estado lesionada y ha sido un privilegio del que no he gozado, me ha costado
mucho (hasta la lagrima) el tener que estar sin poder correr, pero también he
aprendido que debo ser disciplinada en cuanto a las indicaciones médicas, ser
paciente y dejar que mi cuerpo descanse y se recupere el tiempo que necesite, todo
esto en conjunto para poder tener un feliz retorno a esto de la corredera,
porque eso sí, aunque en algún momento de pesimismo llegué a pensar que no
correría más, no era algo a lo que estaba ni estoy dispuesta a resignarme,
simplemente porque correr me hace feliz. Y mientras me vuelvo a calzar unos
tenis para correr, mi piano el amor mío, ha sido mi gran consuelo, así como mi
familia y mis amigos con sus porras y abracitos.
Y volviendo al libro, precisamente
sobre una lesión que la escritora sufrió estas frases:
“Pero no era el dolor ni
los tediosos ejercicios lo peor de esta experiencia, sino no poder correr.”
“…
pude observar el papel de mi mente en la recuperación, porque en el caso de las
lesiones por correr suele pasar que no sabes hasta qué punto estás recuperada
hasta que haces una carrera larga. Has de estar preparada para fracasar, pero
no has de alimentar esa pequeña posibilidad”
Y también nos dice: “¿Por qué hemos de ir hechas una facha
cuando nos estamos esforzando? No creo que debamos ir así” Y es que no hay como
verse linda a la hora de ir a correr, porque nunca nunca se debe perder el glamour jajajaja.
También
recuerda a su padre, que en su juventud corrió 19 maratones: “… su silenciosa
aceptación de que correr puede ser duro, pero que también merece la pena”
Nos platica
de sus desventuras al ir por primera vez a una tienda especializada en running
para escoger unos tenis, y de cómo lo superó y ahora se siente como pez en el
agua, bueno hasta una serie de consejos lista al respecto.
De su
primer maratón, el de Londres, en el que muy al principio se cayó y tuvo la
fortaleza, de como le gritó en un calle su mamá Seguir y Sonreír al dolor:
“La
línea de meta parecía que venía hacia mí mientras cada parte mi cuerpo se
debatía entre el esfuerzo final y el alivio intenso de estar a punto de
cruzarla”
Del maratón
de mujeres de Nike en San Francisco:
“Eran mujeres intentando dar lo mejor de
sí mismas. Se inspiraban entre ellas. Corríamos juntas.”
Sobre la
música: “Iba recibiendo pequeños impulsos extra de vida con mi música, la
intensidad de cada emoción que despertaba aceleraba el bombeo de mi sangre”
Y ahora mis
frases favoritas:
“A veces lo
único que se puede hacer es seguir adelante y esperar que las emociones pasen”
“No siempre
es el tiempo lo que importa sino la experiencia, lo que sientes cuando estás
ahí”
“Con las piernas fuertes y el corazón bombeando”