El
hecho sucede al finalizar el primer concierto que Chopin da en París el 26 de
Febrero de 1832 en la Sala Pleyel, del cual ya hablamos en un post anterior: Primer Concierto de Chopin en París. Liszt se
acerca a saludar al polaco junto con Mendelssohn, Osborne y Hiller, después de
haberle aplaudido estruendosamente. Paër es quien los presenta.
A partir de
este concierto nace en Liszt una profunda admiración por Federico, admiración
que no cesará nunca, prueba de ello es la biografía de Chopin que Liszt
escribió tras la muerte del polaco.
Los dos
eran geniales y a la vez muy opuestos, Chopin por ejemplo era introvertido, habitaba
un mundo íntimo y rehuía la mirada del público tanto como Liszt la cortejaba.
Mientras la salud del polaco era frágil la de Liszt era robusta. Chopin un
polaco, orgulloso de su nacionalidad y añorando su tierra natal, buscaba
siempre la compañía de sus compatriotas y a través de su música renovaba su
lealtad nacional, Liszt en cambio se convirtió en un ciudadano del mundo en un
ser cosmopolita. A pesar de, y yo creo que al mismo tiempo por esas
diferencias, lograron entablar una cordial amistad y hacerse muy asiduos el uno
del otro.
Se
admiraban mutuamente, aunque cada uno a su manera. Liszt admiraba completamente
a Chopin, el refinamiento de su forma de ser, su manera de componer música y de
interpretarla, de hecho en algunas de sus composiciones absorbe ciertos
elementos del estilo pianístico de Chopin. En cuanto a Federico admiraba el
virtuosismo de Liszt como ejecutante, pero no su composición.
Hay una
anécdota que según leí, Liszt le contó al conde Albert Appoyi y va así: Chopin
y Liszt fueron invitados a una reunión musical en París, y Liszt sentía que
Chopin lo había dejado en la sombra, acaparando toda la atención. Así que
mientras Chopin tocaba, Liszt fue con la anfitriona y le sugirió que apagara
las luces, que sería una experiencia deliciosa escuchar a Chopin en la
oscuridad. Las luces se apagaron, y mientras Chopin tocaba, Liszt se sentó
junto a él, quien al participar en la broma le cedió su lugar sin dejar de
tocar ni interrumpir la pieza; cuando las luces se encendieron, la gente se
sorprendió mucho al ver sentado al piano a Liszt y no a Chopin, no habían
notado la diferencia en la ejecución. Liszt entonces se levantó y le dijo a
Chopin: “Mi querido Federico, ahora hazme el favor de sentarte al piano y
tocar, haciendo que la gente crea que es Liszt quien lo hace.”
En la
película Canción Inolvidable, hay una escena parecida a esta anécdota, sólo que
con los papeles invertidos, es decir, el que se suponía que estaría tocando era
Liszt, y cuando se encienden las luces es Chopin quien lo hace. En la película
Liszt y George Sand idean esto para ayudar a Chopin, quien supuestamente, había
fracasado en su primer concierto en París, ya que momentos antes de salir a
escena se entera de que amigos muy queridos habían sido ejecutados por ayudarlo
a escapar de Varsovia. Pura ficción, pero que linda escena, aquí se las dejo.
Hubo un
distanciamiento entre ambos cuando Liszt, aprovechando la ausencia de Chopin,
usó el departamento de éste sin su permiso, para una cita galante con Marie
Moke, la coqueta que le había causado decepción y problemas a Berlioz antes de
casarse con Camile Pleyel. Sin embargo seguían en contacto aunque ya no
coincidían tan a menudo. Además debemos recordar que es Franz Liszt quien
presenta a Chopin con George Sand, la novelista que será el amor de su vida.
En la biografía que Liszt escribe de
su amigo nos deja ver la admiración que sentía por él: “Su genio se revela a través de las
emociones que se permite expresar en su arte, a través de la nobleza de su obra
creada, a través de una unión tan perfecta del concepto y la forma.”
“Al analizar las obras de Chopin, nos encontramos con
bellezas de orden muy elevado, expresiones enteramente nuevas, y un tejido
armónico tan original como erudito. En sus composiciones, el atrevimiento
siempre está justificado, la riqueza, incluso la exuberancia, no excluye la
claridad. Sus mejores piezas abundan en combinaciones que puede decirse que han
creado época en el mejor estilo musical.”
Pienso: ¿Qué más prueba de admiración que el dejarte influir
por el estilo del admirado sin perder tu originalidad? Eso fue lo que Liszt
hizo y eso no cualquiera lo logra, pero los genios sí.