martes, 15 de diciembre de 2015

De George Sand: Hija legítima

Las siguientes entradas estarán dedicadas a George Sand, con el fin de poder emparejar lo que quiero platicar de su vida con el momento en que conoce a Chopin.

Como platicamos, los antepasados por la línea paterna de George, si bien tenían sangre aristócrata, también eran hijos naturales, salvo su padre, quien al amar verdaderamente a Sophie, decide que la hija de ambos tampoco correrá con esa suerte, Maurice Dupin se casa con Sophie un mes antes de que naciera su hijita. Cuando Aurore nace, ya cuenta con dos medios hermanos (ambos hijos naturales): Caroline, hija de Sophie e Hyppolite hijo de Maurice que vivía en Nohant con su madre y era protegido por su abuela.

De su nacimiento George escribe en su autobiografía:

“Llegué pues, al mundo el 5 de julio de 1804 y llegué como hija legítima, cosa que hubiera podido no ocurrir, de haber respetado mi padre los prejuicios de su familia; y eso fue para mí una dicha, porque mi abuela no se hubiera ocupado de mí con el amor que después lo hizo y hubiera estado yo privada después de un bagaje de ideas y de conocimientos que fueron mi consuelo más tarde en las luchas por la vida.”


Pero cuando la Sra. Dupin, es decir la madre de Maurice, se entera del matrimonio y del nacimiento de la niña, corre a París a tratar de anular la unión, no teniendo suerte en su empresa, esto pasa cuando la bebé tiene entre 8 y 9 meses de edad. De cómo conoció la Sra. Dupin a su nieta y con ello termina aceptando el matrimonio de su hijo, George nos lo platica:

“Mi padre se enteró de que su madre estaba en París; comprendió que lo sabía todo y me encargó a mí la defensa de su causa. Me tomó en sus brazos, subió a un coche, se detuvo ante la casa donde mi abuela se alojaba, con pocas palabras se conquistó la buena voluntad de la portera y me confió a esta mujer, la cual desempeñó así la misión que se le había confiado: Subió al departamento de mi abuela y, con cualquier pretexto, pidió hablar Con ella. Una vez en su presencia le habló de no sé qué cosa; mientras hablaba se interrumpió para decirle: -"Vea usted, señora, qué linda es mi nieta!" -"sí; es muy lozana y fuerte" - dijo mi abuela mientras buscaba su bombonera. Y en seguida, la buena portera me depositó sobre las rodillas de mi abuela, quien me ofreció golosinas y empezó a mirarme con admiración y muy emocionada. De repente me alejó de sí, gritando: -"¡Usted me engaña, esta criatura no es suya; ya sé quien es!"

Asustada por el movimiento que me rechazaba, parece que me puse a llorar con verdaderas lágrimas, las cuales causaron mucho efecto.

-"Ven, mi amorcito -dijo la portera tomándome en sus brazos-- aquí no te quieren, vámonos” Mi pobre abuela quedó vencida. "¡Déjeme esa niña! - dijo. -- ¡Pobre­cita; ella no tiene la culpa! ¿Quién la trajo?" "-Su señor hijo, él mis­mo, señora; espera abajo, voy a devolverle su hija. Perdóneme si la he ofendido; yo no sabía nada. Creí que le causaría un gran placer". - "Vaya, vaya, mi querida, no estoy enojada con usted -dijo mi abuela; vaya a buscar a mi hijo y déjeme la niña."

Mi padre subió las escaleras de cuatro en cuatro. Me encontró sobre las rodillas, contra el pecho de mi buena abuela, quien lloraba y trataba de hacerme reír.

Cabe decir que aunque la Sra. Dupin termina aceptando el matrimonio de su hijo, y por ende a Sophie, la relación entre ellas era cordial, pero hasta ahí.

No hay comentarios: