Como mencioné en el post pasado, en 1945 la señora Pauline Czernika, musicóloga y descendiente de la condesa Delfina Potocka declara en Radio Poznan que encontró un fajo de cartas dirigidas a la condesa, cuyo remitente es Federico Chopin.
En ellas Chopin se refiere a la condesa como Findelka, anagrama de Delfinka, diminutivo polaco de su nombre.
Una serie de características y de situaciones hacen afirmar a serios y excelentes estudiosos de Chopin, que estas cartas no son auténticas.
La señora Czernika se compromete a proporcionar copias de los manuscritos, afirma que no tiene los originales, porque según los había mandado a París en 1939 a Edouard Ganche, excelente biógrafo de Chopin, quien afirma no haber recibido nada.
Sólo se pudieron conocer copias de estas cartas, ya que los “originales”, y que supuestamente eran los que se habían enviado a Ganche estaban rotos, en pedazos cuyo orden no era posible restablecer.
Extractos de estas cartas son los siguientes:
“Estoy cansado de hablar en francés en los salones, y soy feliz cuando puedo hablar mi lengoa. Como máximo, te permitiré que sazones tus cartas con un poco de francés”.
De cuando se encontraba trabajando en sus Estudios Opus 10:
“Paso noches enteras con mujeres amadas, mujeres que cantan, porque, después de todo ¿no son mujeres mis estudios? Seguramente tú no estarás celosa de ellas. Los estudios son mis hijas. Amo más que a ninguno el en La menor y el en Do menor. Son los últimos que he compuesto. Los padres siempre prefieren a sus hijos más pequeños”.
“¿Recuerdas la pieza que compuse cuando nos peleamos y nos reconciliamos, 3 días antes de que tú te fueses? Se ha convertido en mi Estudio en Mi bemol mayor; estoy seguro que te gustará”
Según lo que he tenido la oportunidad de leer de la correspondencia de Chopin, estoy de acuerdo con Bernard Gavoty, Jeremy Siepmann y demás biógrafos cuando afirman que es muy raro que Chopin discutiera por breve que fuera su creatividad en las cartas.
Leamos más:
"No os aflijais por mi, mi amor. Con toda sinceridad, puedo deciros que los Estudios no atacaron mi salid. Sólo las mujeres mueren a veces durante el parto. Pero yo sobreviviré sin ninguna duda al nacimiento de mis trabajos".
"En los salonres me admiran, me elogian por mi buen aspecto y mi mirada profunda. Las mujeres giran al rededor de mi como moscas en torno a la miel. Sabeis bien que no exagero, y que querría que fueseis tan fiel como yo soy con vos, aunque me vea expuesto a tan crueles tentaciones..."
"Cuando sucumbo a un gran amor, cuando no puedo resistir a la pasión, cuando las tentaciones me desgarran como podrían hacerlo los colmillos de un perro, olvido el mundo, como ocurrió con vos; y entonces estoy dispuesto a darlo todo a una mujer, a sacrificar mi vida y mi obra. No ocurrió así con las otras mujeres; con ellas, nunca perdí la cabeza..."
Qué raro es este tenor pretensioso de Chopin enorgulleciéndose de sus conquistas femeninas, muy raro en verdad, cuando hasta lo que llevamos visto se le considera un hombre sumamente educado, tímido y respetuoso.
Ahora referencias que hace sobre Franz Liszt, quien lo recibió con los brazos abiertos y le ofreció su sincera amistad al llegar a París.
"Cuando pienso en Liszt como artista creador, me lo represento maquillado, montado en zancos y soplando, fortissimo y pianissimo, en las trompetas de Jericó... o bien lo veo hacer grandes discursos sobre el arte, discutir sobre la potencia creadora y sobre el mejor metodo para crear. ¡Y sin embargo, en materia de creación es un asno! Sabe todo mejor que nadie. Quiere llegar a la cima del Parnaso montado en el pegaso de otro. Esto entre nosotros... Es un excelente encuadernador que pone bajo cubiertas las obras ajenas".
"Hay personas que lo admiran, pero yo afirmo que es un hábil obrero que no tiene ni rastros de talento; disfraza con ropajes diestros la pobreza de su inspiración, lo hechiza y enceguece a uno tan bien con sus acrobacias, que uno juraría que se encuentra ante un artista de genio, cuando sólo se trata de un estafador muy astuto. Liszt caga una obra con un gran esfuerzo y un horrible hedor."
Estos párrafos hasta sentí feo cuando los leí y la verdad es que me niego a aceptar que Chopin los haya escrito, no creo que fuera tan mal agradecido con un artista, a quien le llama amigo y de quien sólo ha recibido señales de afecto y artículos elogiosos. Repito, no creo que Chopin escribiera eso y menos después de que leí la siguiente cita bibliográfica: El 14 de mayo de 1836, Liszt le escribe a la condesa d’Agoult: “Chopin, a quien vi esta mañana, me quiere tierna y exclusivamente”; no, no creo que Chopin fuera a ese grado hipócrita.
Ahora algo de no muy buen gusto, algo completamente diferente a lo que es Chopin:
"He reflexionado mucho acerca de la inspiración y la obra creadora; poco a poco, muy lentamente, he llegado al punto crucial del asunto. La inspiración, las ideas nuevas, solo me surgen cuando he estado alejado mucho tiempo de las mujeres. Cuando me he gastado al lado de una de ellas, la inspiración se me escapa, y en mi espíritu no se forma ninguna idea nueva".
"Sólo Dios sabe cuantas de mis inspiraciones y mis creaciones musicales, las mejores de ellas, se han perdido de este modo. Baladas, polonesas y, hasta donde puedo saber, tal vez todo un concierto, se hundieron... Así, estais repleta de música, y encinta de mis obras. Tal vez mi idea es estravagante, pero reconoced por lo menos que es original".
Se dice que en este tipo de párrafos, de estas supuestas cartas se encontraba el término TWOROZOSC, algo así como “creación”, el cual nunca fue leído en la totalidad de su verdadera correspondencia.
A continuación les presento las conclusiones que hace Bernard Gavoty de este descubrimiento tan sensacionalista.
1-. La señora Czernika afirmaba haber enviado las cartas originales en 1939 a Edouard Ganche, a Paris. Como este no recibió nada entonces ella declaro haberlas confiado a un banco londinense, que confirmó, por desgracia, no poseer depósito alguno. En 1949 la señora Czernika se suicidaba, envenenándose.
2-. Los pocos fragmentos de cartas llamadas "originales" fueron sometidos a pericias y declarados inauténticos.
3-. Las diferencias de tono entre las cartas publicadas, de Chopin a distintos corresponsales, y las presuntas cartas a Delfina Potocka, resultan manifiestas. Chopin jamás aborda los problemas de la creación artística. Nunca pudo hacer alución a los "complejos de inferioridad": la frase no existía entonces. Menos aún pudo recordar, en 1832, su Preludio 17, todavía no compuesto.
4-. Ciertas cartas inéditas, que pude consultar en Londres en casa de Arthur Hedley, quien había obtenido las "copias", superan de lejos, en cuanto a la escatologia, las cartas publicadas. No es posible imaginar a Chopin, el más discreto, el más refinado de los hombres, escribir de esta forma. Más difícil resulta imaginar al enamorado tímido y silencioso de Constantia Galdkowska declarando que uno de sus Preludios está construído sobre la repetición de once notas, ¡Imagen de una noche "en que hizo once veces el amor"! Sand, quien con conocimiento de causa, se quejaba tres años más tarde de los ardores reticentes de Chopin, se habría maravillado de semejante energía.
También nos dice que dos eruditos, el profesor Smoter y Louis Bronarski, autores de serios estudios sobre Chopin están persuadidos de que las cartas de Chopin son falsas. Según ellos, la existencia más o menos probable de cartas auténticas, pero mantenidas en secreto, pudo sugerir a la señora Czernika la idea de poner en circulación textos de su invención, salpimentadas de detalles obscenos de su invención.
Gavoty concluye: Si dicha correspondencia existe, dudo mucho de que las cartas que la componen nos revelen a un Chopin tan diferente de aquel al que conocemos.
Lo que sí es real es que el último sonido de música que Chopin escuchó, 2 días antes de su muerte fue el aria de Heandel De Hingeng Te Deum, cantada por la condesa Delfina Potocka, esto a petición del propio Chopin.
En ellas Chopin se refiere a la condesa como Findelka, anagrama de Delfinka, diminutivo polaco de su nombre.
Una serie de características y de situaciones hacen afirmar a serios y excelentes estudiosos de Chopin, que estas cartas no son auténticas.
La señora Czernika se compromete a proporcionar copias de los manuscritos, afirma que no tiene los originales, porque según los había mandado a París en 1939 a Edouard Ganche, excelente biógrafo de Chopin, quien afirma no haber recibido nada.
Sólo se pudieron conocer copias de estas cartas, ya que los “originales”, y que supuestamente eran los que se habían enviado a Ganche estaban rotos, en pedazos cuyo orden no era posible restablecer.
Extractos de estas cartas son los siguientes:
“Estoy cansado de hablar en francés en los salones, y soy feliz cuando puedo hablar mi lengoa. Como máximo, te permitiré que sazones tus cartas con un poco de francés”.
De cuando se encontraba trabajando en sus Estudios Opus 10:
“Paso noches enteras con mujeres amadas, mujeres que cantan, porque, después de todo ¿no son mujeres mis estudios? Seguramente tú no estarás celosa de ellas. Los estudios son mis hijas. Amo más que a ninguno el en La menor y el en Do menor. Son los últimos que he compuesto. Los padres siempre prefieren a sus hijos más pequeños”.
“¿Recuerdas la pieza que compuse cuando nos peleamos y nos reconciliamos, 3 días antes de que tú te fueses? Se ha convertido en mi Estudio en Mi bemol mayor; estoy seguro que te gustará”
Según lo que he tenido la oportunidad de leer de la correspondencia de Chopin, estoy de acuerdo con Bernard Gavoty, Jeremy Siepmann y demás biógrafos cuando afirman que es muy raro que Chopin discutiera por breve que fuera su creatividad en las cartas.
Leamos más:
"No os aflijais por mi, mi amor. Con toda sinceridad, puedo deciros que los Estudios no atacaron mi salid. Sólo las mujeres mueren a veces durante el parto. Pero yo sobreviviré sin ninguna duda al nacimiento de mis trabajos".
"En los salonres me admiran, me elogian por mi buen aspecto y mi mirada profunda. Las mujeres giran al rededor de mi como moscas en torno a la miel. Sabeis bien que no exagero, y que querría que fueseis tan fiel como yo soy con vos, aunque me vea expuesto a tan crueles tentaciones..."
"Cuando sucumbo a un gran amor, cuando no puedo resistir a la pasión, cuando las tentaciones me desgarran como podrían hacerlo los colmillos de un perro, olvido el mundo, como ocurrió con vos; y entonces estoy dispuesto a darlo todo a una mujer, a sacrificar mi vida y mi obra. No ocurrió así con las otras mujeres; con ellas, nunca perdí la cabeza..."
Qué raro es este tenor pretensioso de Chopin enorgulleciéndose de sus conquistas femeninas, muy raro en verdad, cuando hasta lo que llevamos visto se le considera un hombre sumamente educado, tímido y respetuoso.
Ahora referencias que hace sobre Franz Liszt, quien lo recibió con los brazos abiertos y le ofreció su sincera amistad al llegar a París.
"Cuando pienso en Liszt como artista creador, me lo represento maquillado, montado en zancos y soplando, fortissimo y pianissimo, en las trompetas de Jericó... o bien lo veo hacer grandes discursos sobre el arte, discutir sobre la potencia creadora y sobre el mejor metodo para crear. ¡Y sin embargo, en materia de creación es un asno! Sabe todo mejor que nadie. Quiere llegar a la cima del Parnaso montado en el pegaso de otro. Esto entre nosotros... Es un excelente encuadernador que pone bajo cubiertas las obras ajenas".
"Hay personas que lo admiran, pero yo afirmo que es un hábil obrero que no tiene ni rastros de talento; disfraza con ropajes diestros la pobreza de su inspiración, lo hechiza y enceguece a uno tan bien con sus acrobacias, que uno juraría que se encuentra ante un artista de genio, cuando sólo se trata de un estafador muy astuto. Liszt caga una obra con un gran esfuerzo y un horrible hedor."
Estos párrafos hasta sentí feo cuando los leí y la verdad es que me niego a aceptar que Chopin los haya escrito, no creo que fuera tan mal agradecido con un artista, a quien le llama amigo y de quien sólo ha recibido señales de afecto y artículos elogiosos. Repito, no creo que Chopin escribiera eso y menos después de que leí la siguiente cita bibliográfica: El 14 de mayo de 1836, Liszt le escribe a la condesa d’Agoult: “Chopin, a quien vi esta mañana, me quiere tierna y exclusivamente”; no, no creo que Chopin fuera a ese grado hipócrita.
Ahora algo de no muy buen gusto, algo completamente diferente a lo que es Chopin:
"He reflexionado mucho acerca de la inspiración y la obra creadora; poco a poco, muy lentamente, he llegado al punto crucial del asunto. La inspiración, las ideas nuevas, solo me surgen cuando he estado alejado mucho tiempo de las mujeres. Cuando me he gastado al lado de una de ellas, la inspiración se me escapa, y en mi espíritu no se forma ninguna idea nueva".
"Sólo Dios sabe cuantas de mis inspiraciones y mis creaciones musicales, las mejores de ellas, se han perdido de este modo. Baladas, polonesas y, hasta donde puedo saber, tal vez todo un concierto, se hundieron... Así, estais repleta de música, y encinta de mis obras. Tal vez mi idea es estravagante, pero reconoced por lo menos que es original".
Se dice que en este tipo de párrafos, de estas supuestas cartas se encontraba el término TWOROZOSC, algo así como “creación”, el cual nunca fue leído en la totalidad de su verdadera correspondencia.
A continuación les presento las conclusiones que hace Bernard Gavoty de este descubrimiento tan sensacionalista.
1-. La señora Czernika afirmaba haber enviado las cartas originales en 1939 a Edouard Ganche, a Paris. Como este no recibió nada entonces ella declaro haberlas confiado a un banco londinense, que confirmó, por desgracia, no poseer depósito alguno. En 1949 la señora Czernika se suicidaba, envenenándose.
2-. Los pocos fragmentos de cartas llamadas "originales" fueron sometidos a pericias y declarados inauténticos.
3-. Las diferencias de tono entre las cartas publicadas, de Chopin a distintos corresponsales, y las presuntas cartas a Delfina Potocka, resultan manifiestas. Chopin jamás aborda los problemas de la creación artística. Nunca pudo hacer alución a los "complejos de inferioridad": la frase no existía entonces. Menos aún pudo recordar, en 1832, su Preludio 17, todavía no compuesto.
4-. Ciertas cartas inéditas, que pude consultar en Londres en casa de Arthur Hedley, quien había obtenido las "copias", superan de lejos, en cuanto a la escatologia, las cartas publicadas. No es posible imaginar a Chopin, el más discreto, el más refinado de los hombres, escribir de esta forma. Más difícil resulta imaginar al enamorado tímido y silencioso de Constantia Galdkowska declarando que uno de sus Preludios está construído sobre la repetición de once notas, ¡Imagen de una noche "en que hizo once veces el amor"! Sand, quien con conocimiento de causa, se quejaba tres años más tarde de los ardores reticentes de Chopin, se habría maravillado de semejante energía.
También nos dice que dos eruditos, el profesor Smoter y Louis Bronarski, autores de serios estudios sobre Chopin están persuadidos de que las cartas de Chopin son falsas. Según ellos, la existencia más o menos probable de cartas auténticas, pero mantenidas en secreto, pudo sugerir a la señora Czernika la idea de poner en circulación textos de su invención, salpimentadas de detalles obscenos de su invención.
Gavoty concluye: Si dicha correspondencia existe, dudo mucho de que las cartas que la componen nos revelen a un Chopin tan diferente de aquel al que conocemos.
Lo que sí es real es que el último sonido de música que Chopin escuchó, 2 días antes de su muerte fue el aria de Heandel De Hingeng Te Deum, cantada por la condesa Delfina Potocka, esto a petición del propio Chopin.
1 comentario:
Desconozco cómo eran las copias, pero sí fueron sometidos a pruebas fragmentos de las cartas "originales" y declaradas falsas. Investigaré sobre cómo eran las copias.
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