Acerca de los antecedentes de salud de sus padres, se sabe muy poco, los Chopin de Lorena era gente sólida que vivía mucho tiempo, de los Krzizanowski se desconoce todo. La madre de Federico vivirá pasados los 80 años y su padre morirá a los 73. Los cuatro hijos de Justyna y Nicolás tienen una salud escasa, siendo los más débiles Emilia y Federico. Luisa muere a los 48 años, Federico a los 39, Izabela a los 70 y como ya sabemos Emilia a los 14. Hay que recordar que en la época en la que vive Federico los promedios de vida son bastante bajos.
Durante su primera infancia Federico es normal, pero bastante endeble, nos es descrito, entre los 8 y 10 años por testigos oculares como un niño débil, enclenque y enfermucho. En la edad adulta alcanza el 1.70 m, alto para esa época, pero es extremadamente delgado, jamás llegará a pesar 50 Kg, a sus 30 años pesa 41 Kg. Trata de engordar según el consejo de los médicos, cuyas opiniones son ineptas: no engordará comiendo gachas de avena, y menos aun comiendo pan de centeno. Es sumamente friolento y por ende viste con gruesas vestimentas. Un corazón muy bueno, pero bronquios delicados y una tendencia a la inflamación de los ganglios en la región del cuello, habría debido servir de alarma. Agreguemos que el clima de Varsovia es frío y duro y que dos de sus mejores amigos Jan Bialoblocki y Jan Matuszinski, con quienes convive en el pensionado de su padre, son tuberculosos, sin duda contagiosos, destinados a morir a los 23 y 33 años; el primero de tuberculosis ósea y el segundo de tisis.
En aquella época la tuberculosis hace estragos. No se sabe descubrirla ni curarla. Una persona con tendencias a la anemia y/o tuberculosis no se le fortalecerá con lo que se usaba en aquella época: agua de goma, eméticos (vomitivos), tisanas (infusiones), pan de especies, ni mucho menos con sanguijuelas, sangrías, vesicatorios (que produce vesículas o ampollas) y las compresas de uso en esa época.
Desde sus años de juventud, Chopin sale mucho, baila hasta perder el aliento, se desvela, trabaja asiduamente, ignora el descanso, en resumen, lleva un tren de vida exactamente contrario a lo recomendado por su estado de salud.
Ya enfermo, a su llegada a París, los casi 20 médicos a los que consultará agregarán errores a las carencias. Ni los baños en el Indre glacial en compañía de George Sand, ni las vacaciones en las Baleares durante un invierno lluvioso y en condiciones realmente incómodas, ni al final de su vida en las brumas británicas y escocesas podrán detener el avance del mal. Y por si fuera poco, durante toda su vida se acuesta tarde, no obstante que un hombre como él debia haber estado en su lecho antes de las 10 de la noche, además de hacer siestas durante el día.
Coincido con Bernard Gavoty, es frustrante que Chopin haya vivido en un época en la que la medicina y los tratamientos para su enfermedad se movía en el empirismo, por lo que poco se pudo hacer por él y su enfermedad, enfermedad que en esta época es tratable y perfectamente curable.