Hace dos días Mozart cumplió 259 añotes. A manera de homenaje transcrubiré un fragmento de una carta que le escribió a su hermana en 1782, la cual leí en la revista pauta, en una nota que narra rituales cotidianos de algunos compositores:
"Mi cabello siempre está listo alrededor de las seis de la mañana y hacia las siete ya estoy completamente vestido. Entonces compongo hasta las nueve. De nueve a una de la tarde doy clases. Después almuerzo, a menos que reciba una invitación para ir a casa de alguien, donde almuerzan a las dos, o incluso a las tres en punto. Por ejemplo, hoy en la mañana estoy invitado a lo de la condesa Zichy y a lo de la condesa Thun. Nunca puedo trabajar antes de las cinco o seis de la tarde, e incluso entonces suelo verme impedido, porque tengo que dar un concierto. Si nada me lo impide, compongo hasta las nueve. Luego visito a mi querida Constanze, aunque el júbilo de vernos casi siempre se enturbia por los comentarios acerbos de su madre... A las diez y media o a las once regreso a casa. ¡Esto depende de los dardos que me lance su madre y de mi capacidad de resistencia! Como no puedo confiar en la posibilidad de componer durante la noche, debido a los conciertos programados y a la incertidumbre de si me convocarán aquí y allá, tengo el hábito (especialmente si llego a casa temprano) de componer poco antes de irme a la cama. A menudo sigo escribiendo hasta la una... Y a las seis estoy nuevamente en marcha."
Me gustó conocer un poco de la rutina de este genio. En una entrada posterior les compartiré una descripción de Beethoven que me gustó mucho y que leí en la misma revista.